Un perfecto culebrón

Libros | A fuego lento

Como género, el realismo social goza de un merecido prestigio. 'Las vigilantes' no pertenece a este género, aunque proclame su filiación.

Portada de 'Las vigilantes', de Elvira Liceaga. (Lumen)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Algo desentona en la novísima narrativa mexicana, y no me refiero a los pasquines que se llenan la boca de pronombres no binarios sino a esas historias de universitarias sin brújula ni oficio, madres distantes o ausentes y mujeres que cargan el peso de un embarazo indeseable. La tarea de redefinir la condición femenina amenazada por la violencia patriarcal termina convertida en un culebrón para la barra vespertina. Eso es, sin dobleces, Las vigilantes (Lumen), de Elvira Liceaga: un culebrón.

Ahí tenemos a Julia de regreso al departamento que habita su madre luego de cinco años académicos en Nueva York, y, sobre todo, ahí tenemos a Silvia, una joven violada por su tío que ha encontrado refugio en una casa de asistencia mientras llega el momento de parir y ceder a su criatura en adopción. Su relación tiene mucho de contrato laboral: Julia alfabetiza a Silvia y en el camino, porque se trata de una métome-en-todo, se encariña como lo haría una mujer que cree representar a todas las mujeres. Así que, al cabo de unas semanas, la alumna y la maestra comparten intimidades, rebanadas de pastel, gustos musicales, bajo la mirada inquisitiva de las monjas que sirven de intermediarias entre las embarazadas —una decena, quizá, adolescentes y adultas huyendo de la miseria y la exclusión familiar— y los futuros padres adoptivos.

El lector no tarda en sentirse como un convidado incómodo a los montajes aleccionadores de Lo que callan las mujeres. También se siente propenso a ser acusado de insensibilidad y, aún peor, de toxicidad masculina, cuando declara su rechazo por la manera en que Las vigilantes adquiere los usos y la estructura de una guía del perfecto embarazo. Es cierto: el destino de esa mujer violentada, y sola e inmune a los sentimentalismos, acongoja y solivianta y revuelve, ¿pero acaso la realidad literaria, el mundo entrevisto y juzgado a través del velo de la ficción, debe ser una corre-ve-y-dile sumisa de la realidad testimonial?

Algo desentona en la novísima narrativa mexicana. Como género, el realismo social goza de un merecido prestigio. Y Las vigilantes no pertenece a este género, aunque proclame su filiación, porque no hay página o momento o frase que aspire al arrebato literario. Solo quiere una audición para integrar el coro de moda.

Las vigilantes

Elvira Liceaga | Lumen | México | 2023

AQ

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