Qué podemos esperar de una novela como Tu lengua en mi boca (Literatura Random House) que ya desde sus primeras páginas muestra un remedo de mala escritura, la versión más convencional de esa creatura con la que tan bien se lleva una buena parte de la nueva narrativa mexicana: el redactañol. Qué podemos esperar: una mirada cándida y sobreprotectora —que hace décadas estaba reservada a esas damas de sociedad que se creían destinadas a enderezar las vidas maltrechas con disciplina casi militar— hacia las mujeres condenadas a elegir entre la sumisión a los códigos de la violencia narco-machista o la solidaridad de grupo a través de la poesía en voz alta.
Veamos si no a la protagonista. Berta tiene 51 años y tras consagrarse a la soltería debe viajar a la Zona del Silencio para esparcir las cenizas de su tía, último representante de lo que significaba una familia. Los motivos por los cuales termina rentando un cuarto de hotel en Torreón importan muy poco. Lo que de verdad importa, o significa mucho para el curso de Tu lengua en mi boca, es que desde su ventana observa cada noche a cuatro muchachitas —a quienes intenta hacer pasar por brujas, por existencias proscritas, aunque sean fieles a la estulticia digital— reunidas alrededor de una fogata mientras leen poesía, toman cerveza y maldicen sus vidas. Lo demás se resuelve en su deseo de convertirse en institutriz —porque también adora la poesía— y madre sustituta, y en el enfrentamiento entre las buenas intenciones y un recelo que confía sobradamente en sí mismo.
Con frases del tipo “En el insomnio veía la maleta escurrir por las esquinas un líquido negro y espeso”, Luisa Reyes Retana se suma a esa corriente para la cual escribir una novela representa, y sobre todo en estos años de funerales y reivindicaciones, más un mensaje que una voluntad de estilo, la repetición de todo ese catálogo de consignas cuyo lenguaje proviene de la cháchara militante.
Las buenas intenciones si acaso dan para no confundir un andén del metro con una alcantarilla. Son, por naturaleza, enemigas de la literatura, cuyas mejores expresiones han procurado el veneno metódico, la savia mefistofélica o la lluvia radioactiva, y no un vaso de leche tibia.
Tu lengua en mi boca
Luisa Reyes Retana | Literatura Random House | México | 2021
AQ