Libreros como países con sus visas de entrada y sus secciones prohibidas.
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Libros como gatos, posando en los estantes del librero y escapando siempre de que alguien los lea.
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Libros como los libreros giratorios de las películas de espías: entre sus páginas corren pasadizos secretos.
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En el estante sobre la chimenea del hotel, best sellers polvorientos como niños de hospicio, a la espera de que algún viajero los adopte.
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El libro que guarda todos tus secretos está a la vista de todos, es tu carta robada de Edgar Allan Poe.
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Ver las entrevistas a otro escritor en la televisión y espiar en el librero que aparece al fondo si tiene aún el libro que le regalamos dedicado.
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Después de jugar bibliomancia, es indispensable restituir los libros a su lugar exacto en el librero, para que el destino no se desacomode.
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Tantos años llevaba sin sacar aquel libro del estante, que cuando lo abrió aparecieron en sus páginas boletos de tranvía.
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Durante los temblores, los libros se emborrachan y se van de lado como las fichas de dominó.
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Libros furtivos: sabes que están en un rincón del librero, pero nunca los encontrarás.
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Libros malos que tienes que guardar, siempre te parece que se notan demasiado.
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A los libros excelentes les pides discreción, para que nadie se los lleve.
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Se acercan los jóvenes a su librero y el gran escritor que se las da de generoso empieza a hacer contabilidad.
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Los que guardan el dinero en los libros y luego no lo encuentran son lectores pobres.
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Visitar casas sin libros y sentirlas vacías como mausoleos.
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Los libros que no has devuelto guardan un brillo cínico en el lomo.
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Se dice que los juguetes viven cuando los niños duermen; en cambio mientras roncas, tus libros celebran simposios.
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Miraba su librero como el que se asoma por la ventana.
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Para molestar a los que siempre le preguntaban si había leído todos sus libros, procedió a cumplirlo: murió ayer.
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Libreros ajenos, jardines prohibidos.
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Guarecerse junto al librero como bajo un árbol cuando cae la lluvia, con el riesgo de que te caiga el rayo de la imaginación.
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Adornas tu librero con fotos y recuerdos como si pintaras tu autorretrato.
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Los libros cuya lectura postergas piensan que no lo haces a propósito; quizá su estante es demasiado alto y nunca llegas, quizá demasiado bajo y no los ves, por eso se lanzan al suelo sin aviso.
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Libreros cubiertos de cristales y encerrados con llave de carcelero, como maniquíes de escaparate.
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El librero compartido y sus negociaciones: la ONU de los matrimonios.
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Bibliotecas falsas: libreros lobotomizados.
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La caída del librero es para su dueño una amenaza doble: quedar aplastado o tener que ordenar los libros otra vez.
AQ