Una hermana sumisa y la búsqueda de respuestas se cruzan en ‘El libro de Aisha’

Libros | A fuego lento

Este libro de Sylvia Aguilar Zéleny demuestra que "una materia jugosa no es suficiente para escribir una buena novela", escribe Roberto Pliego.

Portada de 'El libro de Aisha', novela de Sylvia Aguilar Zéleny. (Penguin Random House)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Una hermana convertida al islam y sometida al control físico y emocional de su marido parecería materia jugosa para una novela; y más aún cuando esa hermana ha trocado la rebeldía por la sumisión, y hasta parece agradecida por llevar siempre la nariz molida a golpes. Pero, como demuestra El libro de Aisha (Literatura Random House), una materia jugosa no es suficiente para escribir una buena novela, no cuando la escritura proviene de uno de esos manuales para aprendices de novelista que sólo enseñan a disponer gramaticalmente las palabras.

Aisha fue alguna vez Patricia, la hermana mayor de quien a intervalos narra esta novela: una periodista —Sylvia— empeñada en recoger los fragmentos de la memoria conservados por familiares, amigos y espontáneos. Va con grabadora en mano registrando sus testimonios y dejando frases de este calibre: “veía a mi hermana y trataba de entender por qué se cubría la cabeza, por qué tenía otro nombre, por qué, por qué”; “con frecuencia escucho historias de cómo ella me traía de arriba para abajo, de cómo me cuidaba y consentía”; “todos podrían haber dicho cosas que realmente nunca ocurrieron”. Las voces entrevistadas tampoco alcanzan un registro decoroso: se expresan como invitadas a un psicodrama televisivo.

Entre otras cosas, escribir consiste en tomar decisiones: quién cuenta, y cómo, por ejemplo. Como no quería llegar a ninguna parte, Sylvia Aguilar Zéleny ha elegido la confusión para hacernos creer que El libro de Aisha se alimenta del propósito de recuperar a una figura ausente. Quién cuenta: una y muchos, tantos que la búsqueda se vuelve extravío. Cómo: con ánimo introspectivo dotado de un arsenal muy pobre. En realidad, no ha tenido otro horizonte que el de ejercitarse en la página hasta quedarse finalmente sin aire.

Por eso, porque tan sólo aspiró a una “historia que toda familia tiene y que se siente digna de ser recordada”, sin tomar en cuenta los medios necesarios para conseguirlo, es que no pasa de momentos así: “Tu ausencia me obligó, ¿sabes? El papel que me tocó desempeñar en casa era el de aliviar las cosas, hacer que todo estuviera bien. Crecer, estudiar, ser. Sonreír. Reemplazar tu vida, la que no vimos”.

El libro de Aisha

Sylvia Aguilar Zéleny | Literatura Random House| México | 2021

AQ

LAS MÁS VISTAS