El exilio en casa

Libros | A fuego lento

Como certifica la mayoría de los textos reunidos en esta antología del duelo, nuestras vidas tienen ahora la forma de una sucesión de cataclismos.

Portada de 'Lo que el 20 se llevó'. (Cal y arena)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

No debería extrañar que, además de dejar una secuela de miedo e incertidumbre a su paso, el Bicho se haya convertido en una fuente inspiradora de la creación literaria. Su mortal eficacia ha trastocado de tal manera nuestras vidas que ya no podemos concebirnos sin él.

Este nuevo métome-en-todo de la historia humana es el protagonista de Lo que el 20 se llevó (Cal y arena), que reúne 20 textos dispares. Los hay de corte ensayístico (“Exilio, desastre y derrota”, de Iván Ríos Gascón) o cobijados por la ficción (“Una manzanita”, de Yael Weiss) o que coquetean con la especulación filosófica (“Hume y la pandemia”, de Guillermo Fadanelli) o en forma de bitácora personal (“Lo viral”, de Jorge Carrión) o irreverentes hasta llevar a preguntarnos por la realidad de nuestras emociones (“Se(x)pidemic”, de Jorge Martínez) o lacrimosos (“Otros nosotros”, de Amandititita) o que invocan formas inéditas de resistencia (“History Reboot”, de Ramiro Sanchiz) o abiertamente prescindibles (“Es cosa de cabello”, de Orfa Alarcón; “Niños, stereos y perros ajenos”, de Warpig).

Más, o menos sugerentes, y más, o menos elaborados, todos comparten un estado de ánimo: el duelo por aquellas cosas que han dicho adiós, lo mismo un estilo de vida que el sueño profundo o la presencia de un ser amado. Decir “nueva normalidad” a los tiempos de la vacuna y la retirada aparente del Bicho suena más a discurso inspiracional que a una valoración del presente. La pandemia ha dado un duro golpe a la soberbia congénita de la especie humana, tanto como la ha convertido en rehén de la tecnología. Después de la cuenta millonaria de los muertos y los anhelos rotos, el sentimiento de vulnerabilidad y humildad frente a las fuerzas de la naturaleza parece nuestro único triunfo. Como certifica la mayoría de los testimonios convocados a esa tertulia que es Lo que el 20 se llevó, nuestras vidas tienen ahora la forma de una sucesión de cataclismos; no importa qué tan trepidantes sean o hayan sido.

Ya que a estas alturas la noción de futuro se antoja una desmesura, por no decir un impulso religioso, dejo al lector con estas palabras de Valeria Villalobos-Guízar, quien escribe en “Exilio, desastre y derrota”: Hemos tenido que revaluar nuestra idea de la cercanía, y el padecimiento en compañía: la compasión”.

Lo que el 20 se llevó

Carlos Velázquez, Alonso Pérez Gay (coordinadores) | Cal y arena | México | 2021


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