No debería extrañar que, además de dejar una secuela de miedo e incertidumbre a su paso, el Bicho se haya convertido en una fuente inspiradora de la creación literaria. Su mortal eficacia ha trastocado de tal manera nuestras vidas que ya no podemos concebirnos sin él.
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Este nuevo métome-en-todo de la historia humana es el protagonista de Lo que el 20 se llevó (Cal y arena), que reúne 20 textos dispares. Los hay de corte ensayístico (“Exilio, desastre y derrota”, de Iván Ríos Gascón) o cobijados por la ficción (“Una manzanita”, de Yael Weiss) o que coquetean con la especulación filosófica (“Hume y la pandemia”, de Guillermo Fadanelli) o en forma de bitácora personal (“Lo viral”, de Jorge Carrión) o irreverentes hasta llevar a preguntarnos por la realidad de nuestras emociones (“Se(x)pidemic”, de Jorge Martínez) o lacrimosos (“Otros nosotros”, de Amandititita) o que invocan formas inéditas de resistencia (“History Reboot”, de Ramiro Sanchiz) o abiertamente prescindibles (“Es cosa de cabello”, de Orfa Alarcón; “Niños, stereos y perros ajenos”, de Warpig).
Más, o menos sugerentes, y más, o menos elaborados, todos comparten un estado de ánimo: el duelo por aquellas cosas que han dicho adiós, lo mismo un estilo de vida que el sueño profundo o la presencia de un ser amado. Decir “nueva normalidad” a los tiempos de la vacuna y la retirada aparente del Bicho suena más a discurso inspiracional que a una valoración del presente. La pandemia ha dado un duro golpe a la soberbia congénita de la especie humana, tanto como la ha convertido en rehén de la tecnología. Después de la cuenta millonaria de los muertos y los anhelos rotos, el sentimiento de vulnerabilidad y humildad frente a las fuerzas de la naturaleza parece nuestro único triunfo. Como certifica la mayoría de los testimonios convocados a esa tertulia que es Lo que el 20 se llevó, nuestras vidas tienen ahora la forma de una sucesión de cataclismos; no importa qué tan trepidantes sean o hayan sido.
Ya que a estas alturas la noción de futuro se antoja una desmesura, por no decir un impulso religioso, dejo al lector con estas palabras de Valeria Villalobos-Guízar, quien escribe en “Exilio, desastre y derrota”: Hemos tenido que revaluar nuestra idea de la cercanía, y el padecimiento en compañía: la compasión”.
Lo que el 20 se llevó
Carlos Velázquez, Alonso Pérez Gay (coordinadores) | Cal y arena | México | 2021
AQ