“Miseria” | Por Alberto Blanco

Meditaciones

Cuando los problemas nos asfixian como humo, cultivar la esperanza es una forma de cambiar el mundo.

Bomberos combaten un incendio forestal. (Foto: Miguel A. Lopes | EFE)
Alberto Blanco
Ciudad de México /

Están quemando los cerros

los mismos pobres diablos de siempre.


Es época de secas en la Ciudad de México,

y a la espantosa contaminación de estos meses

se vienen a sumar el humo y el hollín

de la quema de llantas y pastizales secos.


Me levanto a cerrar la ventana

a pesar de que hace mucho calor.

No hay alternativa… no es posible

seguir respirando esta atmósfera tiznada.


Es muy poco lo que podemos hacer

por cambiar el mundo. Mínimo…


Los problemas son de tales dimensiones

que cualquiera que pretenda solucionarlos

está destinado a terminar en un sacrificio.


Recuerdo los incendios en las colinas

y los cerros del Valle de México

desde que era yo niño.

Y siempre me parecieron absurdos.


Entonces se justificaban

acudiendo a supuestas prácticas

de borrosos orígenes prehispánicos

para “fertilizar” la tierra

antes de la temporada de lluvias.


Hace décadas que nadie siembra nada

(¿o habrá que decir: casi nadie?)

en la imposible ciudad,

de tal manera que las quemas

son más injustificadas que nunca.


Y nadie parece hacer nada

por detenerlas o evitarlas.


No queda más que salir de la ciudad,

si hay oportunidad… o tener paciencia

esperando a que lleguen las lluvias.


Y aunque no está a nuestro alcance

acabar de plano con esta miseria,

es mucho lo que podemos hacer

con respecto a cómo nos afecta.


A veces basta con dejar pasar un agravio,

abrir una puerta, cerrar una ventana,

buscar mejores aires.


Solo en este espacio de libertad personal

hay forma de cultivar la esperanza.


Pero es ínfima nuestra contribución

para cambiar el mundo. Ínfima…


La poesía es mi forma ínfima

de hacerlo más habitable.

AQ

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