‘Muerte en el Jardín de la Luna’: los escenarios fantasmagóricos de una París sobrenatural

Libros | A fuego lento

En esta novela de Martín Solares, el lector puede abandonar sus exigencias y dejarse llevar por una trama urdida según el llamado de la peripecia.

‘Muerte en el Jardín de la Luna’, la nueva novela de Martín Solares. (Literatura Random House)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Si Catorce colmillos (2019) exploraba las relaciones entre los surrealistas y las creaturas sobrenaturales que se ocultaban en el submundo patibulario de París, Muerte en el Jardín de la Luna (Alfaguara) se concentra sólo en los esfuerzos del miembro de la Brigada Nocturna Pierre Le Noir por huir de esas creaturas que le han puesto un alto precio a su cabeza.

Los escenarios son fantasmagóricos y se instalan lo mismo en los Jardines de Luxemburgo que en la torre de Saint-Jacques, en la rue de Rivoli que en la isla de If, morada de un fantasmal conde de Monte-Cristo. Y, como si el mapa de la ciudad ocultara pasajes por donde es posible librar a la muerte para mezclarse con los vivos, esos escenarios atraen a seres mitad bestias y mitad hombres, a hechiceras y monstruos cargados con armaduras.

La fascinación de Martín Solares por el folletón del siglo XIX es tan evidente que la novela avanza al ritmo impuesto por inspirados golpes dramáticos y grandes dosis de suspenso. Todo obedece a la acción, y una vez más a la acción, sin reparar en los descuidos estilísticos (demasiadas muletillas para salir del paso) y aun en la prisa con que se resuelven algunos momentos climáticos (el duelo de Pierre Le Noir con un Jack el Destripador al servicio de las fuerzas oscuras de la noche, por ejemplo).

Quiero decir que, al menos por una jornada, el lector puede abandonar sus exigencias y simplemente dejarse llevar por una trama urdida según el llamado de la peripecia. Muerte en el Jardín de la Luna tiene el humor de la aventura, el temperamento de los paraísos artificiales y el andar de una mujer fatal que desaparece en cuanto siente su libertad amenazada. Y, por encima de cualquier atribución, entretiene, como lo haría un trovador que al concluir la función aspira a unas cuantas monedas.

Pierre Le Noir promete reaparecer en una tercera y quizá última entrega. Es lo que pasa cuando gobierna la lógica de la novela folletinesca: la peripecia no termina sino hasta que el autor empieza a recelar de sus personajes. Sólo espero, como lo haría un lector decimonónico, que la señorita Mariska de Hungría, tan influyente en el curso de los hechos pero con tan pocas apariciones, pueda por fin contarse entre los seres humanos.

Muerte en el Jardín de la Luna

Martín Solares | Literatura Random House | México | 2020


AQ​

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