Nada más que pase | Por Ana García Bergua

Husos y costumbres

"La extraña espera suspendida que recorre estos días, en la que practicamos para cuando llegue lo real, lo presencial, como lo llaman ahora".

Avanza y no avanza el tiempo en este año dedicado a esperar. (Ilustración: Shutterstock)
Ana García Bergua
Ciudad de México /

Encuentra en el Facebook un letrero que se burla de la nueva vaguedad: nada más que pase todo esto te llamo. Es decir nunca, al ratito, en estos días, yo te busco y no sé si te encontraré. Nada más me desocupe de esperar. Nada más que se vaya el chamuco, el diablo panzón. Nada más que pase el tsunami, nada más que se acabe la peste, nada más se transforme la transformación, que lleguen Godot y la Cantante Calva nos veremos y hasta daremos algunos pasos de baile. La extraña espera suspendida que recorre estos días, en la que practicamos para cuando llegue lo real, lo que sí, lo de a deveras. Presencial, dicen ahora: ¿el curso es virtual o presencial?, ¿el trabajo, la obra de teatro, el salto de garrocha?, ¿su gato es virtual o presencial? El gato es siempre presencial y nada le importa; es más, lo critica todo y sólo piensa en la inmortalidad de la croqueta. Los demás somos Penélopes, se imagina ella: Ulises anda tratando de no ver a unas sirenas y a ver a qué horas.

La frente se pega contra la pantalla de la computadora, donde espera lo real en alguna parte muy lejana, tantas amigas y amigos a los que quisiera abrazar. Cuando pase todo esto, girarán todo un año al ritmo de vals y se darán abrazos para contagiarse otras cosas, dicen Estragón y el gato, así ha sido siempre. La esperanza ¿es virtual o presencial?

Esperando alguna respuesta encuentra las Siete noches junto al mar de Luis Zapata, que publicó Sandro Cohen en su emblemática Colibrí hace una eternidad, en 1999, ahora que muchos lamentamos la ausencia de ambos el mismo funesto, triste día. Cuatro personajes se cuentan sus vidas y las de otros en sabrosísimos y volterianos diálogos en un tiempo paralelo, tiempo sin tiempo como el que pasa también Adonis García, el afamado vampiro de la colonia Roma, esperando algún cliente al filo de la calle. Anhelos fuera del reloj como la depresión que contaba el escritor en Como sombras y sueños, de la que pesca este párrafo muy tristemente a cuento:

“Avanza y no avanza, por más saltitos, saltotes y saltines que dé yo o que quiera dar, el tiempo no avanza pero la novela que no es novela al mismo tiempo avanza, o el tiempo de la novela que no es novela al mismo tiempo no avanza y la novela del tiempo real avanza, no consigo avanzar en el tiempo, en ese tiempo de esa casa embrujada en la que el tiempo corre pero no avanza, avanza pero no va más allá de ese año posterior al glorioso año, avanza pero no va más allá de los primeros días de ese año que ya no era el glorioso año sino más bien el funesto año en que enfrenté de veras el dolor…”.

Avanza y no avanza el tiempo en este año dedicado a esperar que pase todo esto.

AQ​ | ÁSS

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