Ciudad con pedernal

Libros | A fuego lento

Como un camino de migajas, 'Narra la piedra', de Luis Olaf del Lago, nos conduce hacia temores insospechados.

Portada de 'Narra la piedra', de Luis Olaf del Lago. (Los libros del perro)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Hansel y Gretel habitando una torre de departamentos al sur de la Ciudad de México, un corporativo sobre avenida Reforma cuyos espejos contienen el alma de los trabajadores, un edificio en la colonia Narvarte donde una piñata que simula a un león cobra vida inesperadamente, una calle del barrio de Coyoacán que toma por sorpresa a los caminantes hasta dejarlos reducidos a figuras dentro de un mural, la Basílica transformada en una enorme plancha de los sacrificios, una vieja mansión de la colonia Juárez funcionando como teatro de asesinatos rituales, una cabaña en el Ajusco… Esos son algunos de los escenarios por donde se mueven los relatos de Narra la piedra (Los libros del perro). Como si protagonizara un cuadro expresionista, la Ciudad de México respira, tritura y medra con voluntad propia.

En unos relatos se adivina la intromisión del horror (“Piso 15”, “Dani y el león”, “Oso”, “Pomona”); en otros domina la sensación de extrañeza ante una realidad que adquiere una consistencia cada vez más irreal (“Imperios molares”, “Alice through the looking glass”, “Acuarelas”, “Escudo”). Son, en su justa brevedad —no minificciones o cuentos-pigmeos—, ejemplo de una escritura concebida para obtener el mayor efecto con el menor uso de elementos.

Pero lo mejor proviene de todos esos guiños de maliciosa ambigüedad. Antes que certezas, Luis Olaf del Lago persigue las cumbres heladas hasta donde conduce al lector para que termine consumido por la incertidumbre. ¿O no es la impresión de una absoluta falta de asideros lo que nos deja “Escape” —un relato nada recomendable para quienes han perdido el sueño—, en el que un hombre asegura ser víctima de los ataques nocturnos de los “demonios de la madera”, viejos conocidos de la cultura japonesa?

Narra la piedra se adentra en los espacios sombríos —físicos, legendarios, psicológicos— donde se gesta el tránsito de la humanidad a la aberración o la monstruosidad. Suele hacerlo invocando a entidades o seres cuya existencia ignoramos porque los creemos un producto único de nuestra imaginación. Y para sorpresa nuestra, como sugiere Luis Olaf del Lago, confirmamos que están aquí, de este lado, como punzantes gusanos de luz.

Narra la piedra

Luis Olaf del Lago | Los libros del perro | México | 2022

AQ

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