Narrativas económicas: entre fake news e historias virales

Café Madrid

Las historias no sólo pueden ayudarnos a comprender fenómenos complejos de la economía: en ocasiones, son el motor de estos.

Robert J. Shiller, economista estadunidense. (Britannica)
Víctor Núñez Jaime
Madrid /

Que soy de letras y no de números lo tengo asumido hace muchísimo tiempo. Si aprobé todos los ciclos escolares fue, casi siempre, gracias a la generosidad de los compañeros que se dejaban copiar en los exámenes (no lo digo con orgullo, ni siquiera con picardía. Es que, por más que me esforzaba, nunca podía con las operaciones matemáticas. Será que tengo algún tipo de dislexia, no sé). Años después, claro, sufro y/o quedo en ridículo a la hora de hacer cuentas y además, a pesar de que soy un lector empedernido de periódicos, suelo saltarme la sección de Economía porque todo lo que ahí publican me parece muy ajeno. Por más que le doy vueltas no sé de dónde viene exactamente mi animadversión a los números y las finanzas. ¡De verdad que no encuentro el origen de mi problema! (y me parecería injusto echarle la culpa al sistema educativo público del que soy producto o a que fui criado a duras penas con leche de la Conasupo, gracias a la Solidaridad de Carlos Salinas de Gortari, y mi cerebro no alcanzó a formarse como Dios manda. Habrá otros factores, digo yo, y espero dar con ellos algún día).

No hace mucho, sin embargo, descubrí a un economista cuyos artículos y libros despiertan mi interés. Se llama Robert J. Shiller, ¿lo han leído? Es catedrático en la Universidad de Yale, colaborador de The New York Times y Premio Nobel de Economía 2013. A diferencia de la mayoría de sus colegas, Shiller no escribe pensando únicamente en los empresarios ni peca de abstracto. Con sus particulares métodos y conocimientos, predijo la crisis de las punto com de 2001 y el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008. “No es que sea más listo, es que tengo una metodología distinta”, ha dicho él en varias ocasiones (sin falsa modestia).

Su libro más reciente es Narrativas económicas. Cómo las fake news y las historias virales afectan la marcha de la economía (Deusto) y es una obra fascinante porque mezcla economía con literatura y periodismo. Por eso no he tenido más que devorar sus más de 400 páginas al instante. En ellas, además de manejar modelos matemáticos y diversas estadísticas, Shiller toma en cuenta las narrativas del mundillo económico que tarde o temprano son incluidas en la “fiebre conversacional” de toda la sociedad e influyen en el rumbo de la macro y la microeconomía. Es decir: es la difusión comentada de los acontecimientos (verdaderos o falsos) la que genera un marco mental narrativo que transforma las opciones de compra, de ahorro o de gasto y que, a su vez, influye en las decisiones financieras de las grandes empresas, los gobiernos y los organismos reguladores.

En síntesis: ¿qué estimula la economía? Las historias populares contagiosas. Así de simple. Para demostrar su tesis, Robert J. Shiller analiza pormenorizadamente el caso del Bitcoin, la criptomoneda que de un tiempo a la fecha ha despertado un entusiasmo especulativo desmedido. Su éxito se debe, nos dice el viejo profesor, a que está sustentado en un potente relato: ha sido creado como reacción a la corrupción gubernamental y a las perversas acciones de las instituciones financieras internacionales. Sus promotores no se cansan de repetir que ésta es una “moneda libre”, que escapa al control de las élites y, de igual manera, es la solución para que dejen de saquear nuestros bolsillos y la base para crear unas nuevas reglas económicas a favor de las mayorías. ¿Suena muy bien, no? Por si fuera poco, a esto hay que agregarle un toque de misterio: ¿alguien conoce o ha hablado con el supuesto creador del Bitcoin (Satoshi Nakamoto)? Nadie. Luego está la exhibición de un “error garrafal” con el que todo mundo debería escarmentar: el caso de una cantante que rechazó el pago de su actuación en un concierto con bitcoins y que, si hubiese aceptado, ahora sería una de las personas más ricas del planeta. Finalmente, el relato ha sido aderezado con una novedad: ahora se puede comprar un coche eléctrico y de lujo con bitcoins.

Como ven, en toda esta narrativa hay interés humano y emociones con las que nos podemos identificar fácilmente. En conjunto, también, nos permite darle sentido a los acontecimientos, algo que nos impulsa a agregar el asunto a nuestras conversaciones cotidianas, unas conversaciones que pronto se tornan infinitas y globales. Porque, desde siempre, a los seres humanos nos mueven las historias. En todo, hasta en la economía.

​AQ

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