Más un taller que una editorial, Cáspita se identifica con el libro de factura artesanal, ilustrado, con tirajes cortos que parecerían objetar a las fuerzas del mercado. Es una iniciativa heroica. Sin embargo, esos atributos no son suficientes para asegurar la calidad material de un libro. ¿Una muestra? Narrativas de lo extraño, que pide a gritos la intervención de un editor o, de perdida, un corrector. Con abundancia de erratas, malos cortes de palabra y fallas gramaticales, reúne cuatro ensayos y dos relatos marcados por el signo de lo “oculto, lo marginal, y todo lo que mira al suelo en vez de al cielo”.
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Ni la aproximación de Bibiana Camacho a la compañía japonesa de danza Kondors, ni el relato de Elma Correa, “Casa de muñecas” (bien pensado, mal ejecutado), ni el ensayo de Mariana Orantes, “In Veritas” (corre por tantas pistas que termina fatigándose sin llegar a ninguna parte), y menos aún el ensayo de Aliza Schvartz sobre el black metal (demasiados llamados a un feminismo como “filosofía radical”, demasiada jerga académica, demasiada pose combatiente), aseguran un remedio contra el desinterés. A ratos parecen ejercicios de una tertulia sabatina en la que se exponen algunos trabajitos garabateados la noche anterior.
Quedan el relato de Gilma Luque, “Noches de verano”, y el ensayo de Jorge Comensal, “Fragmentos de la sed”. La melancolía y el desconcierto son los signos que definen al primero. Como retrato de una familia que se consume al tiempo que el padre cae vencido por el whisky, se ciñe a una preceptiva del tono justo en la cual no hay lugar para el lloriqueo sino para una clarividencia infantil que interpreta su entorno como si fuera un misterio zoológico. El segundo es un juego de espejos y apariencias. Se pretende un ensayo pero tiene todas las marcas de un relato, parece el recuerdo de un niño que mira a los borrachos durante una cena de Navidad pero se toma algunas libertades para discurrir sobre la comicidad de los poetas huevos, el machismo, la enajenación. Cuenta, lanza pullas y entretiene. No necesita otra cosa.
Claro que hay que celebrar la iniciativa de Cáspita, su vocación a contracorriente, sin escamotear los buenos deseos. Pero ya sabemos que el diablo, no su hermano mayor, sólo repara en los detalles.
Narrativas de lo extraño
Varios autores | Cáspita | México | 2019
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