‘Necropolitana’: la arquitectura fantasmal de Bernardo Esquinca

Libros | A fuego lento

La novela sigue las intuiciones consignadas por Fritz Leiber en su libro Nuestra Señora de las Tinieblas: los estratos más antiguos de las ciudades concentran una energía capaz de ponerse a las órdenes de las fuerzas del caos y la destrucción.

Portada de ‘Necropolitana’, de Bernardo Esquinca. (Almadía)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Los lectores de Bernardo Esquinca tienen motivos de sobra para celebrar el regreso de Casasola, ese reportero de lo insólito que ha viajado al siglo XVIII, enfrentado a los Trece de la Noche y huido por acequias pestilentes solo para comprobar que el Mal tiene muchos rostros y un solo nombre.

Necropolitana (Almadía) sigue las intuiciones consignadas por Fritz Leiber en su libro Nuestra Señora de las Tinieblas: los estratos más antiguos de las ciudades concentran una energía capaz de ponerse a las órdenes de las fuerzas del caos y la destrucción. Casasola obtiene esta revelación después de viajar a los días anteriores al terremoto que ensombreció a la Ciudad de México en 1957 y volver a su presente amenazado: septiembre de 2017. Su nuevo rival: el Gran Arquitecto, el mismo a quien se debe el trazo de la capital novohispana y el mismo que desde su disputa con Hernán Cortés se ha empeñado en destruirla. Esta es la trama. Lo demás, la hechura, me parece aún más relevante.

Bernardo Esquinca imagina portales a través de los cuales sus personajes se mueven de un tiempo a otro, imagina seres diestros en las artes oscuras, imagina opúsculos tan aterradores como el Necronomicón, imagina medallas milagrosas y coreografías fantasmales, y, sobre todo, imagina una ciudad. Haríamos mal en creer que es la misma que se sobrepuso a Tenochtitlan a pesar de su Catedral y su Palacio de la Santa Inquisición y sus librerías de viejo y sus cantinas. Creemos reconocer los escenarios por donde Casasola se mueve y aun creemos estar frente al modelo original hasta que damos con el embrujo y nos descubrimos caminando a través de un artificio arquitectónico. Y es que, bajo el escrutinio de Bernardo Esquina, el cuadro original de la Ciudad de México deja de ser una atracción al gusto de perdedizos y turistas para volverse la imagen unánime del Purgatorio.

Es cierto que cada ciudad muere a su manera; es decir, a la manera en que su arrogancia y su desmemoria disponen. Necropolitana lleva haciéndolo desde su fundación, y no por la estulticia de sus gobernantes sino por el concurso de fuerzas ocultas que trascienden a los guardianes del orden. Es lo que Bernardo Esquinca quiere que sepamos, y, ya que es un gran hechicero, hemos de creerle.

Necropolitana

Bernardo Esquinca | Almadía | México | 2022


​AQ

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.