Paz, Neruda y Bergamín: ascenso y caída de la relación de tres grandes de las letras

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Pasiones, fracturas y rebeliones, un libro de Ángel Gilberto Adame, nos conduce a través de la amistad y el antagonismo de estos titanes de la lengua española.

De izquierda a derecha: Octavio Paz, Pablo Neruda y José Bergamín. (Archivo MILENIO)
Armando González Torres
Ciudad de México /

En la mitad de los años treinta del siglo pasado, José Bergamín, Pablo Neruda y Octavio Paz coincidieron en sus entusiasmos literarios y políticos y, por un tiempo, cultivaron una ferviente camaradería. Eran figuras de creciente influencia en la literatura hispanoamericana y los tres se identificaban con la izquierda. José Bergamín se había convertido en uno de los autores más representativos de la literatura española, esgrimía una compleja mezcla de catolicismo y comunismo y ejercía un liderazgo moral entre los partidarios de la República. Pablo Neruda era la voz poética americana más reconocida en el orbe del idioma y un activo y leal estalinista. Octavio Paz, el más joven de los tres, fungía como un incómodo compañero de ruta de la izquierda y buscaba reconciliar compromiso y autenticidad estética.

Los tres tenían un ego robusto y un carácter inflamable y vivían con intensidad los dilemas estéticos, éticos y políticos de la época. Llena de notoriedad en su momento, la figura de Bergamín se eclipsó, mientras que Neruda y Paz ascendieron a la cima del canon. Pasiones, fracturas y rebeliones, Octavio Paz, Pablo Neruda y José Bergamín, (Taurus, 2020), de Ángel Gilberto Adame, es una indagación minuciosa que explora los derroteros de esta amistad y reconstruye tres personalidades proteicas y su papel en una época de esperanzas, exaltaciones y fanatismos.

El libro abre en el II Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura en España en 1937 que reúne a los tres escritores. Continúa con la derrota de la República y el exilio en México de una pléyade de intelectuales españoles y el tránsito simultáneo de Neruda como cónsul de Chile en nuestro país. En este entorno de efervescencia política comienzan los diferendos entre estos tres machos alfa de las letras: el noble pero conflictivo Bergamín se pelea con Neruda; Paz, entre dos fuegos, colabora con Bergamín en la antología Laurel de poesía hispanoamericana, a la que Neruda repudia. Entre rivalidades literarias y conflictos ideológicos (Paz comienza a distanciarse de la ortodoxia) las tensiones se exacerban y, en un famoso episodio en 1941, Paz y Neruda casi se trenzan a golpes, el alejamiento de Paz con Bergamín es más gradual, pero no menos amargo, mientras que, si bien Bergamín y Neruda vuelven eventualmente a coincidir, nunca restituyen su afecto.

Más allá de la malograda relación entre esos tres amigos, el libro vuelve a la memoria los antagonismos ideológicos que se prolongaron por décadas, las guerras campales entre letrados y el carácter extremo de personajes adyacentes, como José Revueltas, José Ferrel, Tina Modotti o Margarita Nelken, entre muchos otros, que participan de ese desaforado tiovivo de efusiones humanas y políticas. La pasión ideológica, casi siempre, mata los afectos y la inteligencia y conduce a la intolerancia y la violencia. Por eso, vale la pena rememorar esa etapa tan vivificante como tortuosa del pensamiento y la literatura hispanoamericana.

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