‘Peluquería y letras’: la jornada de un escritor

Libros | A fuego lento

Juan Pablo Villalobos se divierte sorprendiendo a los lectores y desafiando sus expectativas acerca de la narración y la creación literaria.

Portada de 'Peluquería y letras', de Juan Pablo Villalobos. (Anagrama)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Después de la paliza que, es de suponer, representó la hechura de Yo tuve un sueño, Juan Pablo Villalobos decidió abrir una pausa y entregarse a un despreocupado divertimento. Como si nada importara salvo la obligación de escribir y satisfacer los pequeños rituales cotidianos, Peluquería y letras (Anagrama) se instala en esa zona donde no existe diferencia entre lo vivido y lo narrado.

¿Otra muestra irreflexiva de autoficción? No, por fortuna, sobre todo porque el narrador —quien, como el autor, lleva por nombre Juan Pablo y vive también en Barcelona— oscila indistintamente entre lo que llama literatura de la experiencia y literatura de la imaginación. Como advertimos al cabo de unas páginas, somos los invitados al juego del gato y el ratón. Villalobos siembra malentendidos que buscan satisfacer nuestras certezas como lectores para borrarlas de inmediato de un plumazo.

Peluquería y letras tiene la forma de una pequeña odisea: comienza a la hora del desayuno, en un confortable ambiente familiar, y concluye ahí mismo, durante la cena. Entre uno y otro momento, el protagonista se deja llevar por una rutina salpicada de hechos en apariencia insustanciales pero gracias a los cuales la historia va adquiriendo una consistencia literaria. La visita al gastroenterólogo adquiere visos de un thriller policiaco, un corte de cabello se convierte en una ventana al terror, y horas después, a una comedia de equivocaciones, la comida en un restaurante mexicano desemboca en un relato de misterio… Mientras libra cada uno de estos momentos, el narrador no solo es ya un personaje de su invención, y dotado de un delicioso sentido del humor, sino una voz que se eleva por encima de la trama para desmontar la maquinaria que hace posible la escritura de una obra de ficción.

Una lectura de Peluquería y letras podría conducirnos hacia el retrato de un estado en el que la comodidad pequeñoburguesa, tan cercana a la felicidad, suele anticiparse a cualquier amago de fracaso. Se me antoja otra opción. En su brevedad, en su justeza formal y estilística, y en sus coqueteos con la idea de que no hay historia que no contenga dentro de sí misma otra historia, Peluquería y letras invita a pensar en lo que en verdad significa ser escritor en tiempos en los que Instagram tiene más adeptos que la buena literatura.

Peluquería y letras

Juan Pablo Villalobos | Anagrama | México | 2022

AQ

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