Ayer una estrella dijo
a la pequeña luz de mi corazón,
no somos solo transeúntes
pasando.
No te mueras. Debajo de este resplandor
algunos vagabundos continúan
caminando.
Fuiste creado por primera vez por amor,
así que no lleves nada más que amor
a aquellos que tiemblan.
Un día todos los jardines brotaron
de nuestros nombres, de lo que quedó
de los corazones anhelantes.
Y desde que maduró, esta antigua lengua
nos ha enseñado cómo sanar a otros
con nuestro anhelo,
cómo ser un aroma celestial
para relajar sus apretados pulmones: un suspiro de bienvenida,
una bocanada de oxígeno.
Suavemente pasamos sobre las heridas,
como una gasa intencionada, un atisbo de alivio,
una aspirina.
Oh, pequeña luz en mí, no mueras,
incluso si todas las galaxias del mundo
se acercan.
Oh, pequeña luz en mí, di:
Entra a mi corazón en paz.
¡Todos ustedes, entren!
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Heba Abu Nada nació en 1991, en La Meca, en Arabia Saudita, proveniente de una familia que fue expulsada de Palestina en 1948. Fue asesinada junto con su hijo en su domicilio en Khan Younis, durante un bombardeo israelí en octubre pasado. Era considerada como una de las jóvenes promesas de la literatura en Palestina.
Este poema fue traducido del árabe al inglés por Huda Fakhreddine y al español por Laila Porras.
AQ