La verdad de la sinrazón

A fuego lento

Berenice Andrade Medina, Premio Mauricio Achar 2024, irrumpe con una historia que lleva al delirio, donde el mal familiar se entrelaza con lo sobrenatural.

Portada de ‘Nadie recuerda su propia muerte’, de Berenice Andrade Medina. (Random House)
Ciudad de México /

Cuando hablamos de la dictadura de los genes, ¿pensamos acaso en la existencia de la brujería de los genes? Esta es la pregunta que pone en movimiento a Nadie recuerda su propia muerte (Random House), la novela que obtuvo el Premio Mauricio Achar 2024. Berenice Andrade Medina creó a una enigmática doliente —Chayita Pineda Carlos—, dominada por una legión de trastornos mentales: ansiedad, personalidad disociada, ataques de pánico, hiperactividad en el lóbulo frontal. ¿O se trata de otra cosa, de brujería, de la maldición que ha desgraciado a tres generaciones?

Este es el lugar al que nos conduce Berenice Andrade Medina. Estamos ahí pero también en su asiento físico: Reforma de Pineda —¿en la costa de Oaxaca?—, donde los abuelos de Chayita han visto morir a seis hijos y donde la locura, pues nadie habla de trastornos mentales, toma la forma de un perro negro con ojos en llamas. Por sus casas de pisos de tierra, en sus esquinas y veredas, las ánimas, los arcángeles a caballo, los murmullos, los fantasmas, las arañas con cabeza humana, el mismo diablo, se manifiestan dejando a su paso un aliento podrido y una cauda de males.

Estamos entonces en Reforma de Pineda, de la mano de una escritura que no se cansa de asombrarnos por su exuberante oralidad y su invencible viveza, en dos tiempos: el de los orígenes de la familia Pineda Carlos —y sus tratos con “los que no se ven”— y el del presente, tras el regreso de Chayita después de muchos años solo para terminar de convertirse en un despojo, casi una piedra, alcanzada por su sangre maldita.

Nadie recuerda su propia muerte nos lleva de asombro en asombro no solo por su pericia narrativa sino por la intervención de una voz que borra todas nuestras reticencias hasta instalarnos en una realidad literaria que se ha nutrido de las creencias populares y un imaginario colectivo en el cual la única verdad es la verdad de la sinrazón.

El lector haría bien en tomar esta novela sin atender a la propaganda que ya la acompaña. No es una descendiente del realismo mágico, no es deudora de Pedro Páramo, no es un estandarte más de la corrección política. Es una fuerza avasalladora fiel al poder transfigurador de la palabra.

Nadie recuerda su propia muerte

Berenice Andrade Medina | Random House | México, 2025

AQ / MCB

  • Roberto Pliego
  • (1961) Cursó Letras Hispánicas en la UNAM. Fue subdirector de la revista Nexos. Autor de La estrella de Jorge Campos y 101 preguntas para ser culto, es editor de Laberinto.

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