Todo es violencia en Resurrección (Hotel de Letras): silenciosa o volcánica, familiar o empresarial, calculada o instintiva. Qué más puede haber cuando se arriesga un diagnóstico de este país conducido por almas parroquiales y gobernado por quienes sólo conocen el rencor y la metralla. Violencia significa la exposición de las entrañas humanas, el hedor de los cuerpos abiertos en canal, un dedo abriéndose paso en el ano o en un ojo, la ceremonia ritual del vencedor masticando el intestino de su rival caído.
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Si Mariano Azuela narró la revolución como el choque entre la inteligencia y la barbarie, si Carlos Fuentes narró el paso de la política con la pistola en el cinto a la política de salón, Jaime Mesa narra nuestro presente con los actos y el lenguaje de la brutalidad ejercida sin otro propósito que el de complacerse a sí misma. Esto somos, parece decir, seres hechos únicamente para violar, asesinar, ocultarse bajo un nombre falso, comprar protección, fingir el amor y acurrucarse en el seno de la madrecita santa después de lavarse la sangre en un baño lustroso.
Por Resurrección pasan cuatro generaciones de gatilleros y narcotraficantes que encarnan la propaganda del hombre-macho que supera la adversidad a fuerza de convertir su existencia en la visita a un funeral. Vamos del bisabuelo hasta el más joven de sus descendientes y en el camino sólo hallamos una estela de cadáveres que se pudren por igual en las carreteras mexicanas que en los barrios fortificados de Estados Unidos.
¿Así que Resurrección es otra de esas novelas en serie sobre el narco y sus representantes? ¿Estamos de nuevo frente a la receta del policía, el reportero alcohólico y el malandro vulgar y desalmado? ¿Nos vemos de nueva cuenta con el novelista en el papel de conciencia moral y monaguillo de cortijo? No, por fortuna. Jaime Mesa no quiere complacer al lector de novelitas que se han vuelto rosas de tantos lugares comunes y buenas intenciones. Con un estilo que ha pactado con el delirio, y aun tomando muchas de las propuestas del cómic, ha sido capaz de darle forma y consistencia al México que nació para el odio y la violencia de los que creen merecerlo todo porque confían en la resurrección de la carne, la de ellos infectando la de sus hijos.
Resurrección
Jaime Mesa | Hotel de Letras | México | 2020
AQ