Tal vez ningún otro autor moderno ha cambiado tanto la concepción de la poesía (y de la relación entre el arte y la vida) como Arthur Rimbaud, el niño prodigio que, después de trastornar para siempre el lenguaje poético con apenas un puñado de piezas, abandonó la escritura y eligió el destino del nómada radical. Aparecieron recientemente dos libros sobre este mítico poeta, escritos en latitudes muy lejanas entre sí. El poeta mexicano Jorge Esquinca publica un breve y deslumbrante diccionario titulado Rimbaud AZ, Contemplaciones en orden alfabético, (Bonobos, 2023), en el que ilumina las más diversas facetas estéticas y vitales del escritor. Por su parte, el francés Sylvain Tesson, en Un verano con Rimbaud (Ariel 2023), hace una crónica de las fugas y retornos del genial poeta. Ambos libros renuncian a propósitos académicos o ambiciones sistemáticas, aunque se basan en una lúcida devoción por Rimbaud y, en el caso del mexicano, también en el íntimo lazo de la traducción.
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El libro de Esquinca transita entre el ensayo y el poema en prosa y se ocupa de las imágenes y los símbolos más representativos del poeta Rimbaud, así como de algunos momentos de su vida, algunos objetos significativos o algunos destinos de su prolongado y exótico periplo geográfico. Se trata de un logrado collage de reflexiones críticas, estampas narrativas y variaciones poéticas, que exploran con tacto y agudeza tanto las claves estéticas como las etapas del viacrucis de Rimbaud. Cada entrada de este devocionario está hecha con erudición e inspiración y tiene momentos culminantes, como la denominada “Libros” que se refiere a las peticiones de manuales técnicos que, desde África, hace el ya muy desengañado de la poesía Rimbaud o la denominada “Rodilla”, que es una perturbadora aproximación a la enfermedad terminal de Rimbaud y a su sufrimiento físico y mental. El poeta Esquinca asimila con naturalidad el imponente acervo crítico sobre Rimbaud; juguetea con otros miembros de la extensa secta rimbaudiana y utiliza su pericia lírica para convocar la voz del propio poeta. El libro de Tesson, por su parte, destaca la personalidad múltiple y contradictoria de Rimbaud, llena de oposiciones irreconciliables, por ejemplo, entre el bachiller ejemplar y el salvaje artista adolescente, entre el hijo sobreprotegido y el aventurero, entre el desinteresado artista y el codicioso traficante. También destaca el resistente hermetismo y autonomía de su obra poética, irreductible a teorías y exégesis. Concebido como biografía fragmentaria y contestataria al enfoque académico, el libro de Tesson actualiza las coordenadas del ídolo poético, lo tiñe de discurso contracultural, lo sitúa en el imperio digital y el tumulto babélico de nuestro tiempo, y, sobre todo, revive sus heridas y dilemas y se interroga sobre los secretos de su seductora vigencia. Ambos libros fascinan, pues transmiten la vida atormentada, la incesante impronta del genio y el desmesurado eco de su precoz silencio.
AQ