Una creatura de dos cabezas

Libros | A fuego lento

En 'Sangre nueva', de Bibiana Camacho, los demonios nacen de la incertidumbre entre imaginación y realidad.

Portada de 'Sangre nueva', de Bibiana Camacho. (Literatura Random House)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Me desconcierta la condición bipolar de Sangre nueva (Random House). Tiene, por un lado, un argumento sugerente, en el que conviven la ambigüedad y los sobresaltos de la conciencia; por otro lado, exhibe un inquietante desdén estilístico. El resultado es una novela que deja la sensación de no cumplir su propósito, o al menos el que espera un lector inconforme con los empeños tibios.

¿Qué depara el argumento? Tras recibir la noticia de la muerte de su madre, Casandra ocupa el departamento familiar como si se tratara de una condena. No solo debe lidiar con muebles y objetos cuya presencia alienta dolorosos recuerdos sino con un grupo de vecinas métome-en-todo. Así que cuando ya se creía a salvo del sentimiento de humillación y abandono, vuelve al escenario de su invalidez emocional. Porque la madre —un ser monstruoso dominado por la vanidad y el alcohol, con un insulto siempre a la mano e inclinada a protagonizar escándalos, la máxima representación de la intolerancia disfrazada de autocompasión, quien pasa sus últimos años encerrada, borracha y maloliente— parece aún seguir habitando ese lugar. Observamos entonces cómo Casandra se despeña hasta que al cabo de unas semanas ha adquirido las manías y aun el aspecto de su madre. A golpes de pinceladas costumbristas, y de construir una atmósfera de desamparo psicológico, Bibiana Camacho convoca a los demonios de la infancia para tensar una trama que se vuelca hacia el terror o la ingravidez mental o el delirio etílico. No lo sabemos. La ambigüedad triunfa sobre toda certeza.

Pero a la originalidad de la trama no acude el refinamiento estilístico. En Sangre nueva hay mucho espacio para los diálogos… y suenan a ruido de melodrama televisivo: “Te prohíbo que hagas el ridículo frente a tu hija”, “Si quieres que me calme, déjame en paz”, “El lugar de una sirvienta es la cocina”, “La pobre de tu madre aquí sola, ya no tenía cabeza para nada”, “Todo lo haces mal a propósito”… Si a tal bisutería sumamos cierta inclinación por la grandilocuencia doméstica, el efecto argumental termina sepultado por una escritura que no quiso saber nada de tomar riesgos. Lástima, tanto que disfruté Jaulas vacías, ese expediente insólito y autosuficiente del relato fantástico.

Sangre nueva

Bibiana Camacho | Literatura Random House | México | 2023

AQ

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