¿Qué hacer con un padre golpeador, hijo a su vez de un padre que manosea a sus nietas y nueras, cuando ahora se ha convertido en una piltrafa babeante después de recibir una golpiza tras enfrentar un asalto? ¿Qué hacer con un individuo que pateaba a su esposa cuando sus demandas eran desoídas y ahora ni siquiera atina a comer por sí mismo pero no deja de ser un pozo de resentimiento? ¿Abandonarlo al cuidado de una enfermera o hacerse cargo de él a pesar de las humillaciones acumuladas? A grandes rasgos, este es el dilema que plantea Sensación térmica (Libros del Asteroide), una novela poderosa ante la cual nos rendimos cuando reconocemos sus dotes para combinar la rabia con los pálidos fulgores de la vida.
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Mayte López materializa dos atmósferas cerradas, distantes pero complementarias: un pequeño departamento invadido por legiones de ratones en el Village de Nueva York, desde donde la protagonista —Lucía Sánchez, una estudiante de doctorado— recuerda sus años en la casa familiar en la Ciudad de México y sus rituales emponzoñados por manotazos sobre la mesa, invocaciones a la incorregible estupidez femenina, cubas libres y música “romántica” o ranchera. Vamos de un tiempo y un espacio a otro y mediante ese vaivén llegan hasta nosotros las noticias de un pasado en el que solo se escuchaba la voz de un amo con bigote a la Vicente Fernández.
No hay, sin embargo, una condena absoluta a los perpetradores de la violencia física y psicológica. Ya que estamos frente a una obra literaria, y no a una cartilla moral, Sensación térmica reserva un lugar importante a un personaje que de inmediato se gana una triste rechifla feminista. Juliana, némesis de la protagonista, admira tan cansinamente a su man, un profesor visitante que, además de sociólogo, es un especialista en el agravio, que solo sabe agachar la cabeza, ocultar los moretones en la cara y abrir las piernas con la disposición inconfundible de la esclava de un Gran Señor.
Tan impredecibles resultan las creaturas insomnes de Mayte López que, una vez instaladas al otro lado de la sumisión, y después de adelantar la vista por un mundo sembrado de despojos, pueden verse sorprendidas en la hora en que los monstruos de sus pesadillas diurnas ya están arrodillados y entonces se saben capaces de “disfrutar aplastando a alguien así de vulnerable”.
Sensación térmica
Mayte López | Libros del Acantilado | México | 2022
AQ