La destrucción de los que sí aman, a manos de Otelos contemporáneos

Teatro

A través de la universalidad de William Shakespeare, las adaptaciones de la compañía teatral Los Colochos reflexionan sobre la sociedad mexicana actual.

'Silencio', adaptación de Otelo, se presenta los viernes en el Foro Shakespeare. (Cortesía)
Alegría Martínez
Ciudad de México /

El Otelo perfilado por Shakespeare hace más de 400 años, llega al teatro en versión mexicana, sordo, mudo y en calidad de eminencia médica, hasta una apartada selva sureña, donde deberá contener brotes y contagios de una enfermedad amenazante. Las trampas tendidas por un subalterno envidioso, como le ocurriera al general moro, evidencian hoy los factores que, en una sociedad como la nuestra, encienden la mecha violenta de un hombre incapaz de librar sus propias batallas internas.

Ante una larga mesa dispuesta al centro del escenario, el elenco invita a cuatro espectadores que desde su silla serán testigos cercanos, presas del asombro en plena zona de combate, de una tragedia cotidiana más: un feminicidio cometido al amparo de un machismo trepador, que como enredadera se adhiere a una superficie guía sostenida en costumbres, en conductas, en conocidas baladas cantadas a voz en cuello por hombres y mujeres, —como si la música y la admiración al intérprete purificaran el significado de sus letras—; en relaciones henchidas por un amor débil, inseguro y avasallante que crece hasta la destrucción de quienes sí aman.

Ubicada en nuestros días y territorio, Silencio, de Juan Carrillo, Mónica Portillo y Martín Becerra, a partir de Otelo, de William Shakespeare, concentra en cinco personajes, las acciones del entramado en torno a la pareja conformada por Otelo, en este caso, el doctor Othón, y por Daniela-Desdémona, su pareja, quien es la intérprete en lengua de señas de su amado condenado al silencio.

El equipo médico comandado por Othón, incluye a una mujer y un hombre, personajes que representan a Yago, en este caso Santiago, y a su esposa Emilia, mientras que Casio, aquí llamado Carlos, —el caballero veneciano y viejo enamorado de Desdémona—, es un brillante médico mexicano recién llegado de Nueva York, amigo de infancia, cuyo amor por su ex compañera de clase, ha quedado atrás para conformar una verdadera amistad entre adultos.

El texto de Silencio, articula una lógica dramatúrgica fiel al texto del autor inglés, al tiempo en que propone cambios que evitan circunstancias anacrónicas e involucran tersamente al público en cada circunstancia mediante el sustento acertado de los símbolos y su significado.

Intrigas laborales a la caza de un mejor cargo, impulsan el cinismo, la hipocresía y la voracidad de Santiago, que mantiene una relación basada en sexo entintado en violencia con su mujer, como se observa mediante una coreografía que tiene lugar entre estos personajes de pie sobre la mesa, donde los cuatro espectadores voluntarios observarán, minutos más tarde, una desconcertante y veloz acción sorpresa que subraya sin remordimientos, la naturaleza de su querencia, marca de nuestro tiempo.

Invitado a testificar cómo se gesta esta tragedia cotidiana que alude al sinnúmero de Otelos contemporáneos que pululan por México y el mundo, el público de Silencio es un valioso interlocutor para el elenco de Los Colochos Teatro, que desnudo de fingimientos, construye la verdad de una ficción expansiva.

Sillas, el tablón-mesa, manteles, una mascada, un peine de madera, platos y vasos, son parte de los objetos palpables en escena, elementos simbólicos de Silencio, detonantes de metáforas que dejan rastro.

Al fondo y en un lateral, una breve plataforma, eleva a unos centímetros del piso al actor vestido con el característico saco color celeste de un conocido cantante mexicano, cuya voz acompañó durante décadas, fiestas, borracheras, crudas y añoranzas, cuyos éxitos resuenan como un himno popular, plagado de micro machismos de los que casi nadie está a salvo.

Erandeni Durán hace el papel de una Daniela-Desdémona desbordante de amor, solidaridad y alta energía, rumbo al desconcierto ante la traición y la amenaza, hasta su muerte.

Yadira Pérez, transita desde el rol de la pareja de Santiago, de la confianza espontánea a la franqueza y la reacción tardía ante la sorpresa de lo que permite su complicidad involuntaria.

El personaje de Carlos, a cargo de Martín Becerra, se muestra auténticamente débil e ingenuo ante un ardid en el que cae por exceso de confianza en el hombre venenoso más que en sí, mismo, acto que lo deja a la orilla de su caída.

La hipocresía de Santiago, interpretado por Roam León, —quien alterna funciones con Leonardo Zamudio— está envuelta en una especie de encanto reptante y perverso que deja paso libre al perpetrador del caos.

El Otelo mexicano, Othón, encarnado por Alfredo Monsiváis, transita, del enamorado que se deja apapachar por una pareja que le es útil, más allá de erigirse en el que ama, hasta la pérdida de certezas, de autocontrol; mudo, sordo, ciego frente a los infundios sobre la persona que dice amar y débil ante un contrincante ficticio.

Alfredo Monsiváis, Martín Becerra y Erandeni Durán en 'Silencio'. (Cortesía)

Cabe mencionar que antes del inicio de la función y a lo largo de las tres llamadas de preámbulo, el personaje de Othón, desconocido aun para el público, que cruza la escena en un constante ir y volver, da la impresión de entrar y salir de una ficción que se desvanece en una fatigosa tarea actoral, vacía de significado, hasta que arriba todo el elenco. Momento preciso que bien podría marcar el comienzo de la puesta en escena, sin detrimento de lo que genera esta valiosa experiencia.

El equipo de la compañía que presenta Silencio, cuenta con dispositivo escénico e iluminación de Mario Eduardo D’ León, diseño sonoro de Juan Carrillo, Mario Eduardo D’ León y Roam León; vestuario de Libertad Mardel, Judith Almazán y Los Colochos Teatro; fotografía de Zaba Zantcher; asesoría en Shakespeare de Alfredo Michel Modenesi; asesoría en lenguaje de señas de mexicana de Fabiola Ruiz; asesoría estética de Auda Caraza; asistencia de dirección y coaching actoral de Mónica Portillo; asistencia de producción de Minah Cerviño y Enrique Aguilar, y producción ejecutiva de Mario Eduardo D’ León.

Los Colochos Teatro, trece años de arte escénico netamente mexicano


La compañía independiente, fundada en 2010, cumple 13 años de hacer un teatro netamente mexicano que se nutre profundamente de sus raíces para construir nuevos significados desde su tradición, mediante una amplia perspectiva de dimensión múltiple, generadora de puestas en escena dotadas de crítica, metáfora, poesía, elementos que propician una identificación pocas veces lograda en el teatro nacido en nuestra tierra.

El lenguaje artístico de Juan Carrillo se apropia de la esencia que pertenece a la obra clásica elegida, desde 'Mendoza', basada en 'Macbeth'; 'Nacahue: Ramón y Hortensia', a partir de 'Romeo y Julieta', o 'Reina', adaptación del 'Rey Lear', hasta 'Silencio', derivada de 'Otelo', obras que al involucrar la idiosincrasia mexicana con la riqueza de pueblos originarios, o con hábitos de una sociedad asida a la doble moral, como la que integramos, conecta de inmediato con el universo que nos revela, sin discriminar claridad ni penumbra.

Esta compañía ha realizado giras en el territorio nacional y en Ciudad de México, así como presentaciones en España, Alemania, Colombia, Cuba, Perú, Costa Rica, Reino Unido, Ecuador, Portugal, Estados Unidos y República Dominicana.

Entre otras distinciones, Los Colochos Teatro resultó ganadora del IV Certamen Internacional Almagro Off, en 2014, en España, con su montaje de 'Mendoza', dentro del Festival de Teatro Clásico de Almagro, en España.

Como parte de su festejo de aniversario, esta compañía, realiza una residencia en el Foro Shakespeare, en la que presenta tres obras de su repertorio: 'Silencio', los viernes, a las 8 pm; 'Mendoza', los sábados a las 7:00 pm, y 'Reina', los domingos a las 6:00 pm, hasta el 27 de octubre, en el Foro Shakespeare, Zamora 7, Colonia Condesa.

AQ

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