Tenoxtitlan deseada

Libros | A fuego lento

La ficción de Álvaro Enrigue no es otra de esas novelas históricas cuya obsesión por la verdad no atrae sino una descarga de bostezos.

Portada de 'Tu sueño imperios han sido', de Álvaro Enrigue. (Anagrama)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

¿Moctezuma tan melancólico por la presencia de Hernán Cortés y su pequeño ejército de apestosos e iluminados que solo atina a estar en un viaje de hongo para contradecir los augurios de los sacerdotes colhuas? ¿El palacio de Axayácatl transformado en un laberinto de espejismos y sueños habitados por plastas de sangre, manojos de flores y dobleces y traiciones? ¿Una Tenoxtitlan que es un brillante mecanismo arquitectónico y también la proyección de un infierno exacto, un paraíso sin borrachos ni mendigos pero también una prisión higiénica? ¿Un capítulo de la historia mexicana escrito por un narrador endiabladamente irrespetuoso de las imágenes patrias, el mismo que en 1519 sacrifica una paloma y en el marasmo de sus visiones se mira escribiendo, 500 años después, Tu sueño imperios han sido (Anagrama)?

Esta es la empresa que Álvaro Enrigue acomete con la inspiración de un antiguo chamán y el arrojo del creador insumiso que, en vez de inclinarse ante las evidencias del pasado, prefiere imaginarlo. No estamos, pues, padeciendo otra de esas novelas históricas cuya obsesión por la verdad no atrae sino una descarga de bostezos. Vamos de las intrigas palaciegas al embrujo que los caballos provocan en la mente atolondrada de Moctezuma, del arte de la política personificado por el cihuacóatl Tlilpotonqui a la desnudez mancillada de Malinalli, de la pestilencia emanada de los cuerpos europeos a la hediondez de los emisarios ungidos por Huitzilopochtli, de Jesús a Quetzalcóatl, y todo nos parece tan familiar y a la vez tan irreal, pues todo eso, y los pasajes subterráneos y las fuentes y las cámaras y las plazas solo existen por el poder reanimador de la escritura. Así que bienvenidos a la otra Tenoxtitlan, la de Álvaro Enrigue, no la misma que trazan las crónicas memoriosas sino la que es posible desear.

Pero no se trata únicamente de aquella metrópoli encantada. Se trata, por supuesto, de Moctezuma y Cortés (y eso que se ha llamado la Conquista). Por igual, son ambiciosos, sanguinarios, tenaces, débiles cuando su razón se tambalea. Es decir: cuánta humanidad ofrecen a nuestros ojos. Pero no serían de esta manera si no fuera porque han sido imaginados, y llevados al límite descomunal de sus empresas, por un gran escritor.

Tu sueño imperios han sido

Álvaro Enrigue | Anagrama | España | 2022

AQ

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