Señor, señora, señorita, ¿siente usted que de tanto elogiar se le ha terminado la imaginación? ¿Cree que sus halagos han perdido el lustre de la ilusión sincera original, que la realidad le produce una nube en el entendimiento y las buenas intenciones, que entre sus elogios se cuela algún insulto, una fea palabrota? ¿Siente cómo el presente se va pareciendo demasiado al pasado, cuando usted no elogiaba a nadie, que se está pasando del lado de los pesimistas, que el cubrebocas de la fe se le va desacomodando de la desilusión y ni se le ocurre ajustarlo cuando ya lo trae de papada? ¡Deténgase ahí!, no baje la guardia. Sepa que lo suyo es mental; pensar en positivo es sólo cosa de tener ideales. ¿O cree usted que Vicente Guerrero se desanimó cuando lo aprehendieron? No, ¿verdad? Él pensó: fusiladme, pero tarde o temprano llegará la cuarta transformación y ya verán.
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Sabemos, sin embargo, que no es fácil. Tanto muerto, tanto hospital lleno no permiten elogiar con el entusiasmo necesario, pero todo es cuestión de perspectiva, ¿o no? Primero que nada, hay que cambiar de mentalidad estética. ¿No ha pensado, por ejemplo, en lo bonito que combina su nueva KN95 de motivos selváticos con sus lentes oscuros rojos? ¿A poco no se ha mirado al espejo y ha pensado: “qué bárbaro, me veo igualito a Spiderman”, o “ese azul claro de la mascarilla es justo lo que necesita mi écharpe para lucir”? Bueno, en lugar de sentirse idiota, abrace el sentimiento, como dirían los gurúes de la autoayuda.
Hay cosas que cambian, claro; la ética, la estética, las virtudes, pero no por eso dejemos de seguir elogiando y aplaudiendo que para eso nacimos y votamos, pero es muy importante adaptarse al espíritu de la época porque el pasado, ya sabe usted, fue pura corrupción. No es fácil, lo sabemos. Por eso aquí le ofrecemos unas pequeñas sugerencias para el elogio contemporáneo, luego usted se entusiasma y se sigue de largo:
- La delegada oxigena como una diosa.
- Ni un virus desluce la gran inteligencia del preclaro líder.
- En su pecho generoso no caben las flemas.
- La fe inquebrantable en las gotas cítricas llevará muy lejos a nuestros funcionarios.
- Al hablar, el subsecretario exhala puras gotículas de sabiduría intransmisible.
- Sus decisiones son justas y perfectas, tanto como sus índices glucémicos.
- Su IQ brillante y elevado se combina con una presión de 110-70 que lo convierte en un candidato inmejorable.
- De su chamarra brotan, como maná del cielo, tanques de oxígeno.
- ¿Vacunas?, las que lo adornan, señor secretario.
¿Ya ve? Todo es cosa de modernizarse. Esfuércese y elogie siempre, que algo le tocará. Le mandamos un estornudo de cortesía.
AQ