‘Tiempos de fuego’: ideología disfrazada de novela

Libros | A fuego lento

En el libro de Rodrigo Gonzales, cualquier acto es clandestino.

Portada de 'Tiempos de fuego', de Rodrigo Gonzales. (FCE)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Lucha sin cuartel contra la burguesía, movimiento radical, línea gruesa del partido, células de la insurrección urbana, agitación social, doctrina marxista-leninista, acción directa, organizaciones radicales, atomización de las fuerzas de izquierda, enemigos de clase, son algunos de los conceptos sobre los cuales se erige Tiempos de fuego (FCE), de Rodrigo Gonzales, quien, según la cuarta de forros, “Huyó de las escuelas y leyó aún más”.

El lector merece una aclaración. No estamos en presencia de un libelo político sino de una novela, o, mejor dicho, de un potaje ideológico disfrazado de género narrativo, un producto al gusto y a la medida del nuevo Estado editor. Tiempos de fuego nos lleva de vuelta a la década de 1970, conducidos por la memoria del protagonista, quien desde el presente mira sus años juveniles en las filas revolucionarias. Hay de esta manera espacio para la matanza del Jueves de Corpus, las escaramuzas políticas en la Facultad de Filosofía y Letras, la utopía campesina en Morelos, la guerrilla, los cálculos fríos de Luis Echeverría, la Liga Comunista 23 de Septiembre, la guerra sucia…, y. sobre todo, para la nostalgia llamando a la puerta de la cursilería. Y es que todo suena tan… grandilocuente, tan… sobrado de buenas intenciones, tan de charango y quena en un sótano de Tlatelolco, que en un descuido uno podría levantarle un monumento al mimeógrafo con el que se imprimió un pasquín troskista o al volkswagen con el que cuatro muchachitos jugaban a ser el Che Guevara, o, ya indefenso y con demasiadas ilusiones, alzar un puño mientras canta la Internacional.

En Tiempos de fuego cualquier acto es clandestino. Sus personajes —peones de fuerzas innombrables— creen servir a una causa más importante que su vida y por eso no dejan de transformar cualquier ceremonia social o amorosa en una asamblea en casas de seguridad o en un parque oscuro. Veamos a su protagonista —Rodrigo, como el autor—: sin experiencia para valorar su papel en ese juego de simpatizantes de los movimientos populares, activistas entrenados en el uso de metralletas y granadas, y operadores de la policía y el ejército. Apenas y puede reconocerse a sí mismo si no es en el espejo de una causa… como todos aquellos que ahora hacen la revolución en Coyoacán, los sábados a mediodía y con chofer.

Tiempos de fuego

Rodrigo Gonzales | FCE | México | 2021

AQ

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