La celosa autoficción

Libros | A fuego lento

'Torres', de José Ramón Ruisánchez, es un ensayo de autoficción que explora los vestigios de la juventud en el adulto que no puede más que añorarla.

Portada de 'Torres', de José Ramón Ruisánchez. (Cortesía: Era)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

¿Ensayo? ¿Otro ejemplar digno de esa impudicia que es la llamada autoficción? ¿Un anchuroso relato a donde van a dar las pérdidas familiares y amorosas, y las ciudades que alguna vez pertenecieron a los paseantes? En Torres (ERA), el género, y su nueva disposición hacia la impureza, importa poco. Lo que en verdad llama la atención es la libertad creadora que José Ramón Ruisánchez ejerce para dar cuenta de su vida. No solo echa mano de numerosos recursos; también sabe conciliarlos para transmutar el magma impreciso de los recuerdos en literatura.

La autoficción exige un alto grado de sinceridad y, sobre todo, de una franca devoción por las formas que adopta el solipsismo. Torres satisface estas exigencias. No escatima, por ejemplo, las referencias a la actividad sexual ni a los amoríos que se suceden con singular derroche. Tampoco guarda silencio ante algunos fracasos académicos y los sinsabores de una amistad ya en desuso. Sin embargo, sus mejores —sin duda, sus más brillantes— momentos están dedicados a la relación con la poesía y las artes visuales.

Sus acercamientos a la obra de Coral Bracho, Colette Soler, Tamara Kamenszain, Raúl Gómez Jattin… muestran que la lectura puede transfigurarse en una revelación, y que, como asienta Ruisánchez, enseña a mirar —y que también es deseable seguir el camino inverso—. En este sentido, Torres pudo haberse titulado Anunciación, pues si una vocación sobresale de entre todas las que Ruisánchez le adjudica a ese yo que se juzga a la distancia es la del viajero por placer o compromiso y visitador de museos en busca de las Anunciaciones cuyo formato debemos a la tradición pictórica de la Iglesia ortodoxa.

“Ser adulto no es olvidar sino recordar, añorar dolorosamente al muchacho que he sido”, leemos con la sospecha de que estas palabras contienen el propósito de este libro al que solo podría reclamarle una falta. A excepción de la figura paterna, cuyo retrato es de entrañables y grandes dimensiones, los demás, los muchos que saltan a escena o salen al paso para sugerir sus resacas y pasiones, no dejan de representar el papel de comparsas. Su estatura minúscula apenas y se distingue en el amplio decorado. ¿O se trata acaso de uno de los tantos sacrificios que reclama la siempre celosa autoficción?

Torres

José Ramón Ruisánchez | ERA | México | 2021

AQ

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