De vuelta al año de 1994

Libros | A fuego lento

Tres amigos, un Maserati y los señores mayas del tiempo: un atracón de prosa insípida, buena ondés y declaraciones políticas según los vientos que hoy soplan.

Portada de 'Tres amigos, un Maserati y los señores mayas del tiempo', de Patricio Ortiz. (FCE)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Si visitar la librería Rosario Castellanos, en una zona con tradición cultural en la Ciudad de México, asegura un pase directo a la depresión, leer las propuestas literarias del Fondo de Cultura Económica representa inevitablemente una experiencia abismal. Ahí está, para ilustrar, Tres amigos, un Maserati y los señores mayas del tiempo, de Patricio Ortiz. Uno asume la condición de penitente y al final del trabajoso camino se pregunta qué clase de lector podría disfrutar semejante producto.

Ya la primera página señala nuestro destino: “Como todo mexicano que se respete, desde muy pequeño aprendí que los mayas fueron unos chingones”. Así que hay que respirar hondo y prepararse para un atracón de prosa insípida, buena ondés y, por supuesto, declaraciones políticas según los vientos que hoy soplan.

De camino a Calakmul, tres amigos conocen a una suerte de chamán entrenado para viajar al pasado y al futuro. Después de oír frases al estilo “Viejo Xuno le va a llevar a sitio de lo señores maya del tiempo”, esos tres amigos eligen transportarse a 1994, el “momento exacto en el que se jodió México”, para evitar el asesinato de Luis Donaldo Colosio (y lo consiguen, por cierto, solo para que se convierta en un dictador que sobrevive a cuatro sexenios “modernizadores”). Lo demás es un muestrario de gracejadas e interpretaciones históricas supeditadas a los enconos largamente cultivados por los simpatizantes del nuevo gobierno.

Siguiendo la preceptiva del cómic, Tres amigos, un Maserati y los señores mayas del tiempo apenas atina a ofrecer la caricatura de aquel convulso 1994. A quienes se dirige el autor en el Prefacio —“millennials y generaciones posteriores”—, y también quienes vienen de más atrás, hallarán solo el rostro deforme de las fuerzas oscuras solazándose con la ruina de un país, muchas de las cuales, ¡por dios!, siguen operando desde las sombras.

La propaganda no tiene siempre un aspecto amenazador o empalagoso. Puede revestirse de chabacanería, tanta como sea necesaria para suministrar la creencia de que una verdadera obra de ficción es un juego inocente de ocurrencias y trivialidades escrita por amigos del pueblo que no quieren saber nada del talento extraordinario.

Tres amigos, un Maserati y los señores mayas del tiempo

Patricio Ortiz | Fondo de Cultura Económica | México | 2022

AQ

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