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En la actualidad, los modernos de información y comunicación y las redes sociales pueden contribuir a unir y socializar pero también a enajenar, aislar y despersonalizar.

Detalle de la portada de 'Imaginar otras vidas. Realidades, proyectos y deseos', de Remo Bodei. (Herder)
Armando González Torres
Ciudad de México /

Bastante se ha escrito de la compañía y el tutelaje que ejercen los seres imaginarios sobre las existencias reales: muchas vidas han adquirido sentido emulando las hazañas de los héroes de ficción, enamorándose de prototipos literarios o imitando relatos de viajes iniciáticos, santidades o martirios. El acto de imaginar aquello que nos rebasa implica un escape de las formas meramente instintivas o inerciales de vida, una exploración de otras vías de realización.

En Imaginar otras vidas. Realidades, proyectos y deseos (Herder, 2014) el filósofo italiano Remo Bodei (1938-2019) hace un elogio del conocimiento de sí mismo, a través del encuentro con otros, ya sean reales o ficticios. Se supone que en la época moderna, superadas las rígidas adscripciones de origen que trazaban el destino de las personas, el individuo puede desplegarse en múltiples rutas. Sin embargo, esta libertad, en un entorno en mudanza constante, puede ser caótica. Por eso, los paradigmas de una vida buena o emocionante, los atisbos y ejemplos ajenos, inciden en nuestras propias elecciones existenciales.

Para Bodei, la configuración del “yo” es un acto de diferenciación en el que se mezclan el realismo y la imaginación; la herencia de la tribu y el deseo de romper lazos, la alteridad y la identidad. A través de la observación de vidas ajenas el individuo encuentra incentivos, fuentes de inspiración, síntesis y experiencias útiles. Muchos de los modelos que forman el “yo” son seres reales y otros son seres imaginarios gestados en los textos literarios, o más recientemente en los medios masivos. Muy frecuentemente, esos seres superan en presencia a sus creadores (¿quién es más real, Emma o Flaubert, el Quijote, Quijano o Cervantes, los personajes de una serie televisiva popular o sus oscuros guionistas?).

Desde luego, la imitación y emulación de modelos puede ser constructiva, pero también excesiva y disolvente (dos géneros aparentemente inocuos, la novela de caballería y la novela sentimental destruyen al viejo Alonso Quijano y a la soñadora Emma Bovary). En la actualidad, como sugiere Bodei, los modernos dispositivos de información y comunicación y las redes sociales pueden contribuir a unir y socializar pero también a enajenar, aislar y despersonalizar.

Con rigor filosófico, elocuencia literaria y un tono de reposada y entrañable conversación, el autor hace un recorrido por las distintas formas de construir el “yo”: desde las modalidades elementales de la autopercepción hasta la adopción de modelos prestigiosos, la incursión en la pasión ideológica, la imitación de los modernos arquetipos mediáticos o las vías de la ascesis, el apartamiento y el sacrificio. Sea cual sea el método elegido, el filósofo hace un llamado implícito a la mesura y el equilibrio en el acto de esculpir el propio “yo”: armonizar la realidad con la ensoñación, multiplicar las experiencias con las existencias ajenas sin renunciar al mundo propio; buscar la empatía y la comunión conservando la autonomía.

AQ

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