Una dosis de Carrère

Café Madrid

Un escritor queconsidera al periodismo un género literario más

"En México me trataron como a una estrella de rock", señaló el escritor (Foto: Ricard Cugat)
Víctor Núñez Jaime
Madrid, España /

De todos los libros que ha escrito, Emmanuel Carrère prefiere De vidas ajenas. “Es el más humano, el más conmovedor”, dice el escritor francés sobre el volumen que reúne historias reales envueltas por resquicios de vida, muerte, enfermedad, pérdida, duelo, pobreza, justicia y amor, y que se abre con el relato de su experiencia personal en el tsunami que asoló Sri Lanka en 2004. 

“Hay temas que lo buscan a uno y no al revés. Generalmente suelo buscarlos, pero en el caso de ese libro ocurrió al contrario. Lo escribí en paz, mientras me sentía el amanuense de las personas protagonistas y planteándome en todo momento mi responsabilidad moral y mi legitimidad para contar. Tal vez me gusta mucho porque con él sentí que se me daba el lugar que me corresponde en la narrativa”, explicó hace unos días en Madrid. 

Era una calurosa —infernal— tarde de viernes y Carrère había llegado a uno de los ornamentados salones de la Casa de América luciendo un bronceado propio de unas largas vacaciones en la playa. Sonrió con picardía, se tocó una de sus grandes orejas de chiquillo travieso y se dispuso a comentar la mayoría de los títulos que componen su obra, no sin antes agradecer —por enésima vez— el Premio de Literatura en Lenguas Romances que recibió en la pasada FIL de Guadalajara. “Me ha llegado al corazón porque gracias a él he tomado conciencia de que mis libros se leen en español. Y porque en México me trataron como a una estrella de rock”, arguyó con media sonrisa. 

En los escaparates de las principales librerías de Madrid hay un libro que, desde el principio de este año, los vendedores no dejan de exhibir. Se llama Conviene tener un sitio adonde ir (Anagrama) y es una antología de artículos, crónicas y reportajes que este autor de pelo corto y largas líneas de expresión en el rostro hizo entre 1990 y 2015 para distintos periódicos y revistas. Son más de 400 páginas que pretenden reafirmarlo como uno de los grandes escritores de no ficción de la actualidad. También es el conjunto de sus cimientos intelectuales, pues contiene deconstrucciones de figuras como Lovecraft, Philip K. Dick, Balzac y Defoe o relatos de viajes que lo han marcado de por vida o pinceladas de erotismo al que es aficionado o historias de personajes que lo han atrapado y que cuenta desde un punto de vista literario. 

Como tantos otros cuyo principal referente es la estirpe de la “escuela americana”, tardé en descubrirlo. Un día un amigo me dijo que “tenía” que leer El adversario y el libro me gustó, pero pensé que se trataba de uno más de aquellos que quieren a ser “el Truman Capote” de su país. Cuando acabé Limónov, sin embargo, tuve la sensación de estar ante una obra maestra. Siempre he pensado que como lector uno debe tener cuidado con los autores y las corrientes que se convierten en “modas” (el propio Carrère y la llamada autoficción, por ejemplo), pero no he podido salir indemne de los textos de este señor que también es cineasta. Porque no adorna las historias, simplemente les da forma. Porque se ocupa sin morbo de las sombras de la condición humana contemporánea. Porque considera al periodismo un género literario más. Y porque al escribir desde el yo, y no en tercera persona, hace alarde de su honestidad profesional y no de su ego. 

Así que por eso la otra tarde me dispuse a combatir el bochornoso verano español con una dosis de Carrère. Durante su charla no atacó a Truman Capote y a Janet Malcolm, pero sí expresó sus desacuerdos con estas dos leyendas del periodismo: “Capote estaba muy presente en A sangre fría, porque se hizo amigo de los criminales, pero no quiso contárselo a los lectores. Yo, en cambio, pienso que hay que admitir que uno forma parte de la historia y que, al estar ahí, se modifica lo que uno cuenta. Es que no creo que se pueda presentar una realidad a la que no se pertenece”. Luego fue más allá: “Malcolm dice que el periodista siempre es deshonesto con los personajes de sus historias. Yo siempre enseño mis cartas. A Jean Claude Romand [protagonista de El adversario] le dije desde el principio que yo no estaba de acuerdo en muchas cosas con él, que no iba a contar solo lo que él quisiera”, argumentó antes de especificar que lleva unos meses sin escribir porque está ocupado en la filmación de un documental y en la planeación de otra película de ficción. 

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