El jardín de la infancia

Libros | A fuego lento

El verano de la serpiente, de Cecilia Eudave, es una alegoría sobre el dolor que obliga a crecer.

Portada de 'El verano de la serpiente', de Cecilia Eudave. (Alfaguara)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Una desusada familia tapatía, con sus vocaciones truncas y sus zonas grises, conduce la trama de El verano de la serpiente (Alfaguara). Se antoja desusada porque sus miembros no exhiben ninguna inclinación religiosa, un sello de origen en Guadalajara, y en cambio son susceptibles a la indignación política y a los entresijos culturales de cada lengua. Fuera de eso, todo en ella parecería alentar una mórbida normalidad. Y sin embargo…

Cecilia Eudave traslada al lector al verano funesto de 1977, cuando “en Miami nevó por primera y única vez” y “Estados Unidos preparaba el lanzamiento del transbordador Enterprise”, aquel en que, como preludio a los hechos posteriores, una de las niñas de esa familia se enfrenta, en una ruinosa feria ambulante, al asombro y el estrépito sexual: la mujer transformada en serpiente por desobedecer a sus padres es la misma que minutos después oirá jadear en la trastienda de un remolque.

A varias voces, que llegan hasta nosotros como un eco de conversaciones remotas, Eudave va conformando una realidad en la que se sobreponen el plano de la cotidianeidad y el de la anomalía que se introduce con sigilo en las vidas de los personajes. De esta manera, a un hombre que tortura a su perro colgándolo de la rama de un árbol se agregan una boa que ya no desea alimentarse solo de ratones y una fantasma que habita la casa vecina. De tan habituales, estas presencias terminan por servir de intermediarios entre los habitantes de la pequeña comunidad a la que nos asomamos desde un presente fechado cuarenta años más tarde.

Con una sucesión de golpes de escena y de tiempo, admirablemente dosificados por los flujos narrativos, Cecilia Eudave descompone el cuadro de una aparente normalidad y lo recompone en un pasaje que conduce hacia el jardín de la infancia mancillada. Después de los juegos a la orilla de la alberca, de las travesuras y los ritos iniciáticos, El verano de la serpiente convoca al demonio que rasga la inocencia antes de obligar a los lectores a tomar la decisión de olvidar o recordar. Como solo puede conseguirlo quien no se siente satisfecho con las reglas de etiqueta, Cecilia Eudave se ha servido de lo amargo y lo turbio detrás del umbral de las buenas costumbres para ofrecernos una experiencia dolorosamente literaria.

El verano de la serpiente

Cecilia Eudave | Alfaguara | México | 2022


AQ

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