Egocéntrico, misógino, cínico, altamente capacitado para el insulto, paranoico, sociópata, aunque buen marido y padre de familia: así es el narrador —se llama Leovigildo— cuya voz resuena, como una sirena a mitad de la noche, en El virus del oeste del Nilo (An Alfa Beta), la novela más reciente de Hugo Valdés.
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Una obsesión ocupa a ese narrador con la mente en llamas: infligir el mayor daño posible a Susanna —“la hija o hermana o novia de alguien, pero también mi bestia negra, una mancha, una erupción que debe cesar”—, una de sus antiguas empleadas, y de la cual solo sabemos que aspira a un inmerecido reconocimiento artístico y a un cargo en la burocracia cultural. De lo demás —su estudiada soberbia, sus ataques de veleidad, su belleza— hay que desconfiar pues llega hasta nosotros infectado por la perspectiva del narrador.
Estamos así frente a una novela que solo quiere la imaginería de las grandes construcciones verbales. Y vaya que lo consigue. El virus del oeste del Nilo consigna unos cuantos hechos. Su poder de atracción se encuentra sobre todo en la puesta en escena de un tono que solo aparece en el horizonte de los buenos estilistas: una mezcla de refinamiento expresivo y superioridad moral, estandartes con los que Leovigildo inflama y manifiesta su odio, del que, por cierto, ignoramos sus orígenes. No se trata entonces de explicar el desarrollo de una pulsión semejante a un trance hipnótico sino de ganarse la simpatía de un hipotético lector también proclive a menospreciar a las mujeres y, en contraste, agrandar sus presuntas virtudes. Con lo que Hugo Valdés ha dado, no sin antes emprender un arduo trabajo de escritura, es con un monstruo intelectualmente superdotado. ¿Pero acaso el odio no ha alcanzado en muchas ocasiones un alto nivel de sofisticación?
Para probable menoscabo de muchos, El virus del oeste del Nilo pertenece al universo de la novela y no a la provincia inane de las diatribas sociológicas. Su protagonista es un maestro de la manipulación y la perversidad y por eso deberíamos identificarlo con la estirpe de los hombres del subsuelo, no siempre acostumbrados a guardar silencio. Si su voz atrae tempestades y demonios se debe a que su naturaleza es empecinadamente literaria.
El virus del oeste del Nilo
Hugo Valdés | An Alfa Beta | México | 2022
AQ