Apoyado por 100 mil luces LED, ubicadas de forma estratégica en el inmueble, Rafael Lozano-Hemmer concibió esta intervención ex profeso para este edificio y es la primera de arte público permanente que hace en Ciudad de México, asegura el artista.
Esta obra pensada para Puerta Polanco fue resultado de la colaboración directa con el arquitecto Colonnier, desde que este edificio no era ni un esquema, únicamente estaba en su imaginación.
“Cuando yo le presenté la posibilidad de hacer una obra que amplificara la presencia de la figura humana a tamaño urbano, él estuvo muy dispuesto a hacerlo, así modificamos algunos de los elementos arquitectónicos para poder hacer la obra como yo la estaba imaginando”, explicó Lozano-Hemmer.
La figura humana la ha trabajado por muchos años, aunque en este caso su idea fue hacerlo sin que él controlara ni programara el contenido de la intervención artística, sino que fuera total y absolutamente desarrollada por la participación del público.
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¿Cómo se dio su participación en este proyecto arquitectónico?
Llevo como unos 30 años haciendo arte público. La mayoría de mis obras son instalaciones interactivas que activan plazas o edificios, con la participación del público, principalmente a través de cámaras, de internet y de teléfonos celulares.
Mi vocabulario es hacer que los edificios se animen con la presencia del público. Hace cinco años trabajé con Colonnier para diseñar la intervención artística sobre la fachada, que pudiera de alguna forma animar al edificio.
¿Cuál fue la primera idea?
Se vieron varias opciones para activar la fachada; al final, creo que lo interesante de este espacio es que es un edificio de una talla descomunal frente a la vía pública más transitada del país. Lo que yo necesitaba era hacer una fórmula para lograr incluir al público colindante con la obra, mi intención era figurar la escala humana en una infraestructura tan enorme en Polanco.
La pieza consta de 100 mil luces LED que están puestas sobre los soportes de las ventanas del edificio, que hacen que las siluetas sean unos contornos lumínicos generados por las personas, que alcanzarán una altura de más de 30 metros. Las siluetas gigantes estarán animadas en este edificio ubicado en la esquina de Ejército Nacional y Periférico.
¿Por qué hacer arte público?
Es una interfaz entre el ciudadano y su entorno; el arte público nos permite compartir experiencias con los ciudadanos, ya que tiene otra escala, mucho más abierta, en la que la gente ve esas obras sin necesidad de intermediarios como pueden ser los museos o los curadores. Eso le da una enorme frescura a la pieza, pienso que uno de los grandes retos, sobre todo cuando se trabaja en esas escalas, es no vender nada, no intimidar a la gente, y hacer algo que tenga una razón de ser, en este caso es crear una cierta intimidad en el espacio público para que las personas se sientan representadas y no alienadas.
Me interesa que esta tecnología de amplificación, no nada más amplifique los mensajes comerciales, publicitarios o corporativos, sino que funcione como parte del tejido social.
Siluetas de luz
Las imágenes que se van a proyectar son efímeras, precisó Lozano-Hemmer: hay tres cámaras que están conectadas a un sistema digital que, con inteligencia artificial, extrae solo las siluetas –sin rasgos faciales– de las personas que caminan por ahí. Y esas imágenes del día se proyectarán cuando el edificio se ponga a soñar y recuerde quiénes pasaron por ahí.