El color de la lucha es el primer libro sobre este deporte que se libra en el ring y en la vida. De esta forma el escritor Óscar Fernández presenta su más reciente novela.
“Es un ejemplar único y pionero, porque muchas veces se ha hablado de la lucha libre desde afuera. En esta novela se habla desde la mentalidad de luchador, lo que siente en una derrota y lo que vive con la alegría de una victoria. Comparte su vida íntima, sus emociones y de dónde viene”.
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La obra, argumenta su autor, describe muy bien a la lucha y a los rivales del protagonista, cuya vida se ubica entre los años 70 y hasta 2009.
“La historia abarca los mejores tiempos de la lucha libre de oro, cuando todavía se transmitía por televisión y estaban en el ring muchos de los mejores gladiadores que conocemos. Se rescata ese tiempo de la lucha, así como a varios luchadores que fueron muy importantes y que por lo mismo están involucrados en la novela”.
El escritor prefiere guardar la identidad del protagonista. Invita al lector a descubrirlo, porque con la máscara es una persona y sin ella es otra.
“Lo que quise en el libro es que conozcan a un luchador de espíritu, qué siente, qué le gusta comer, y mostrar de quién se enamora, así que eso es más importante que su propio nombre”.
Aunque el libro se centra en la lucha libre, refiere otros temas, pues habla de una persona dentro y fuera del ring, que antes de ponerse la máscara creció en un barrio pobre, como La Merced.
“Es un joven que está viviendo en mundo que se desquebraja y que le toca ver cómo sus amiguitas de la infancia terminan optando por la prostitución, al no tener oportunidades; en tanto que sus amigos se vuelven delincuentes o muchos se vuelven drogadictos. Pero él decide ponerse una máscara para convertirse en otra persona y salir de ahí, aunque realmente se mete en un mundo mucho más duro, que es exponerse como figura pública”.
La novela aborda esa lucha a la que se enfrenta el protagonista pero también alude a una historia de amor, en la que hay una chica que le ayuda a crear al personaje que lo catapulta, pero de pronto desaparece.
“Él busca a su amada al final de todas sus funciones entre el público para que las patadas que recibe sean menos dolorosas en el cuadrilátero. Abordamos esa lucha también desde diferentes ópticas por lo que no podía faltar que, cuando adquiere fama y dinero, acude a determinados lugares, como los cabarets”.
Se narra una ficción, aunque la novela está aderezada con anécdotas reales de algunos luchadores que autorizaron aparecer en el libro.
“Así que pongo a mi luchador a interactuar con ellos, por ejemplo retomo la anécdota de Máscara Sagrada, quien me contó que en una ocasión fueron a la Sierra de Oaxaca y para su mala suerte no llegó el ring por lo accidentando del terreno, y así pues no podía luchar, entonces los lugareños sacaron el machete y le dijeron 'o hay lucha o no salen de aquí', por lo que los luchadores se tuvieron que batir en el fango”.
En conjunto, El color de la lucha es una historia realista, aterrizada, de un deporte muy accesible para todo mundo, según las palabras de los propios luchadores.
“La gente va a la arena a desahogarse, muchas personas van a gritar lo que en su casa no pueden gritar. Es como meterse al cuadrilátero, aunque sea para mentarle la madre a los luchadores, particularmente a los rudos”.
En El color de la lucha hay un capítulo dedicado Japón, para el que se contó con el apoyo de El último dragón. Este luchador dice que para los japoneses la lucha es un ritual, ya que la gente permanece en silencio, a tal grado, que los aplausos son sincronizados.
Lo que el novelista disfruta de la lucha libre, es que es un deporte que tiene acrobacia, espectacularidad y muchos colores que se despliegan en un enorme escenario.
El libro se editó de manera independiente. Se encuentra disponible en plataformas digitales y en las redes sociales del autor en Instagram y en Facebook.
PCL