Lo primero que haré cuando termine la pandemia será casarme: Carlos Velázquez

Entrevista Lado B

En plena pandemia, el escritor lagunero opina sobre los riesgos de la correción política y la mala comedia que produce Eugenio Derbez.

Carlos Velázquez, escritor nacido en Torreón, Coahuila. (Manuel Guadarrama)
'Despachador de pollo frito' es su último libro con la editorial Sexto Piso. (Manuel Guadarrama)
Roberto Carson
Torreón, Coahuila /

Hace tanto calor en La Laguna que te olvidas de la pandemia por unas horas y sólo esperas que el invierno arrecie. Desde su balcón, Carlos Velázquez (Torreón, 1978) vislumbra los placeres perdidos durante la cuarentena y admira la ciudad bajo el efecto del fuego en una parrilla de carne asada. En olas abrasivas.

Velázquez ha publicado libros de cuento y crónica y pasa sus días escribiendo su siguiente obra, narrando su propia existencia en su columna ‘El corrido del eterno retorno’ del suplemento El Cultural del periódico La Razón. Es pues, una voz salvaje a bordo de otra pandemia, la moralidad exacerbada.

¿Cuál es tu disco de la pandemia?

Either/Or de Elliot Smith. Hacía como cinco años que no lo escuchaba. Pero me imagino que el estado de ánimo que me induce el confinamiento me hizo regresar arrastrándome hacia él. Es de terminar el día. Lo pongo justo antes de acostarme y apago la luz. Es un ritual que comencé desde finales de abril y no le he fallado una sola noche. 

Esta compulsión por Elliot Smith me viene desde finales de los noventas. Existen álbumes que no te cansan nunca. Para mí este es como Música de aeropuertos de Brian Eno o Baladas de John Coltrane, son alimento para el espíritu.

¿Qué opinas de que Bad Bunny haya sido nombrado compositor del año?

Que la Ascap tiene los oídos tapados. De lo contrario no premiarían las letras tan simplistas del puertorriqueño. Un premio, y lo digo por experiencia, es una suma de casualidades que no siempre reflejan la realidad. Además, nunca debemos confiar en el consenso general. Ya ves lo que ha pasado ahora con las estatuas de los próceres. Las están tumbando por una razón u otra. A Bad Bunny hoy lo encumbran, pero mañana puede que lo repudien. Es una de las virtudes del bendito capitalismo.

¿Qué conciertos te arruinó la cuarentena?

Para empezar Pal Norte, lo cancelaron cuatro días antes. Me perdí a los Strokes. Pero viéndolo en perspectiva, resultó mejor, porque aún no salía el nuevo disco y seguro hubieran tocado varias canciones y todavía no las conocía. Y es que The New Abnormal es uno de mis discos favoritos del año. También lo he escuchado con bastante frecuencia en esta pandemia. Pero me gusta tanto que le metí freno para no empalagarme. 

Otro concierto que esperaba con mucha emoción era ZZ Top en El Paso, Texas. Y también el Ceremonia, quería ver a Thom Yorke.

¿Qué opinas de la corrección política?

La proliferación de la policía de la moral está poniendo en riesgo muchas cosas, como por ejemplo la comedia. Si tú le pones un par de capítulos de Curb your enthusiasm a un tuitero lo más probable es que pida la cancelación de Larry David de por vida. 

La gente está perdiendo la capacidad de asimilar la ironía y el sarcasmo. Y es que tanto Jerry Seinfeld, como Larry David y Woody Allen han hecho una carrera a partir de la sátira. Las personas que se escandalizan con la parodia, por poner un ejemplo reciente, que hace Eugenio Derbez por su imitación de Walter Mercado no entiende nada. A Derbez no debería cancelarlo por homofóbico, sino por pésimo comediante y televiso.

¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando termine el encierro?

Casarme. Quisiera una boda con 500 invitados. Una banda sinaloense. Y un conjunto norteño. Y que diéramos cena, pero que a los que se quedaran hasta la madrugada los premiáramos con una taquiza. Quisiera casarme en México.

Eso sí, mis invitados tendrán que estar vacunados. Estoy harto de estar encerrado que quiero una fiesta. Y pues como me encanta el desmadre, qué mejor pretexto para tirar la casa por la ventana que con un bodorrio por todo lo alto. Al cabo que si las cosas fallas, y seguro así será, existe el divorcio.

¿Cuál muerte de famoso de los últimos años te ha dolido más?

Sin duda la de David Bowie. También la de Lou Reed, pero esa la intuía, por el trasplante de hígado que le practicaron. Y eso amortiguo el impacto. Ya estaba mentalizado. Pero la de Bowie fue un shock. Todavía recuerdo el momento en que me enteré. Estaba dormido y por instinto abrí los ojos a las cinco am y vi la noticia en tuiter. Pero me volví a quedar dormido. Cuando desperté a las 10 am pensé que había sido un sueño, pero no. El día anterior me la había pasado toda la tarde escuchando Blackstar. Hasta me saboreaba con que saldría de gira e iría a verlo.

¿Esperas la gran novela de la pandemia?

Casi desde que arrancó el aislamiento le di la espalda a la literatura de la pandemia. En tan poco tiempo se produjo tanto contenido sobre el covid-19 que decidí no convertirme en un rehén de la agenda mediática, que desde entonces no conoce otro subject. Si existe la gran novela la pandemia de la pandemia o no, no pienso leerla. El hábito de la lectura no tiene nada qué ver con las mesas de novedades. Puedo seguir leyendo mi ejemplar ajado de Viaje al fin de la noche una y otra vez sin volver a leer literatura contemporánea jamás.

¿Qué vicio ganaste o perdiste en la cuarentena?

Por fortuna ninguno. Mi vicio más arraigado sigue indemne. El prensado. Como mucha gente en esta pandemia he ganado peso. Y la culpa es de las gorditas y los burritos. Y aunque tengo un serio historial de adicciones, a casi todas las he conseguido mantener a raya, menos a los carbohidratos. En mi defensa diré que no soy un gordo de helados ni postres, mi perdición es el prensado. Y no sé si es la ansiedad o simple glotonería, pero en esta cuarentena me he dejado caer la greña como todo un profesional.

¿Qué libro estás leyendo?

Siempre leo varios libros a la vez, pero ahora el que está ocupando todo mi tiempo es la biografía sobre Lou Reed escrita por Anthony DeCurtis. Seiscientas páginas dedicadas al Rey de Nueva York. Una de mis obsesiones desde que lo descubrí de adolescente, cuando cayó en mis manos el box set de la Velvet Underground. Existen libros que se convierten en biblias, este es uno de ellos.

RCM​

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