El escritor Juan Villoro (CdMx, 1956) quiso ser músico, pero no tenía oído, así que tuvo que ganarse la vida de otra manera.
Es sociólogo, cronista, ensayista, académico y dramaturgo, lo que quizá ayuda a explicar el sentido trágico de ser aficionado del Necaxa. “Es una escuela de resistencia”, señala.
Villoro asegura también que desde la adolescencia tuvo claro su vocación por la literatura, una actividad a la que entró por la “puerta trasera”, y revela que el momento más feliz de su vida fue cuando nació su hija Inés.
Apasionado del cine, futbol y la música, aún conserva decenas de discos de vinil, lo que demuestra que el autor ha dado vuelta a una rara esquina de la existencia que lo ha traído de vuelta a una época en que las canciones se escuchan a 33 revoluciones por minuto.
Asegura que su platillo favorito son los chiles rellenos y ahí también, en el ámbito de la gastronomía casera, se ha revelado como autor: “Inventé para mi hija un espagueti al que bauticé ‘Espagueti a la normalísima’, porque depende de lo que hay en el refrigerador: tomo las sobras que encuentro y con eso lo hago”.
Cuando era niño, ¿qué quería ser de grande?
Me hubiera gustado ser músico, pero no tenía buen oído.
¿A qué edad supo del influjo de la literatura?
Cuando tenía 14 supe lo que era el arte, el teatro, la música, los libros y los cómics... fue la primera vez que descubrí que el mundo valía la pena.
En música, ¿cuál es su género favorito?
El rock es mi favorito, porque es la música de mi generación; tengo muchísimos discos de vinil, de los que no me he podido desprender, pero también me gustan los boleros, el flamenco y la clásica.
¿Y de la música actual?
A través de mi hija me he familiarizado con el rap y el hip-hop, pero lo que nos une es el rhythm and blues.
¿Algunos tips para conquistar a una mujer?
Llegué a conocer a una chica absolutamente radical, alternativa y muy contestataria, todo lo contrario a lo que estaba acostumbrado, pero todo depende de la persona, varían mucho las relaciones, siempre es importante, ante una posibilidad, tratar de acercarte a la persona donde tú representes una singularidad.
¿Es romántico?
Creo que sí, no necesariamente está confirmado por mis parejas, porque la dosis de romanticismo es muy relativa y de pronto te olvidas de fechas importantes, como un aniversario; sin embargo, no te olvidas de cuántos goles metió Hugo Sánchez en el Real Madrid... entonces te metes en problemas, más porque ellas saben las fechas exactas.
¿Sigue el amor por el Necaxa?
Sí. Eso quiere decir que también tengo un destino trágico; he sufrido mucho porque si le vas a un equipo que es tan gitano, como el Necaxa, pues te tienes que acostumbrar a las adversidades de la vida. Es una escuela de resistencia.
¿Qué es lo que no le gusta del futbol?
La comercialización, el papel de los directivos, porque son ajenos a la pasión de la gente. Son capaces de vender a un jugador que es el consentido de la afición; son capaces de vender a un equipo entero si les llega una buena oferta, eso me parece lo peor.
Aparte del futbol, ¿qué otra actividad le apasiona?
Me fascina caminar en Ciudad México, en las calles de Tlalpan, San Ángel, Coyoacán y el Centro Histórico, porque son antiguas y porque fueron hechas para eso, para recorrer y disfrutarlas; también me gusta conocer restaurantes y sabores de la gastronomía nacional o internacional.
¿Qué libro está leyendo?
El ángel esmeralda, de Don DeLillo. Es un poco paranoico, ya que el trastorno te permite buscar soluciones que no están a la vista.
¿Platillo favorito?
Me fascinan los chiles rellenos, son mi perdición; también el espagueti, me encanta.
¿Sabe cocinar?
Empecé a cocinarle a mi hija, a ella le gustan las pastas, así que hago un espagueti al que bauticé “Espagueti a la normalísima”, porque depende de lo que hay en el refrigerador: tomo las sobras que encuentro y con eso lo hago.
¿Cuál ha sido el mejor día de su vida?
El nacimiento de mi hija, tenerla en mis brazos fue una felicidad inexplicable.
¿Qué le dice a Juan Villoro frente al espejo?
¡Uf! Tienes que mejorar, sigue adelante con atrevimiento y no pierdas la curiosidad. Lo que te mantiene en este mundo es la curiosidad por las cosas; la curiosidad es el nombre profano de la inspiración. Si quieres conocer algo, tarde o temprano lo encuentras.
¿Para qué sirve la literatura?
Me da un sentido por escrito del mundo, que el mundo no tiene; le inventa una explicación a la realidad. La literatura siempre ha estado ahí, posiblemente no me necesitaba, pero me colé, entré de contrabando. Muchas cosas buenas se hacen así, entrando por la puerta trasera.