Villoro: una obra maestra, legado de Rascón Banda

Contrabando retrata a aquellos personajes que equivocaron el camino, pero sin condenarlos.

Juan Villoro.
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Contrabando fue una obra póstuma en la bibliografía de Víctor Hugo Rascón Banda. En gran parte porque la trama hacía ciertas alusiones a personajes muy cercanos del dramaturgo: varios personajes de su familia habían estado a cargo de despachos públicos muy importantes en Santa Rosa, donde transcurre la novela, lo que hizo que “fuera difícil publicar la obra sin lastimar a personas conocidas, en un lugar en donde todo mundo se conoce”.

Juan Villoro aseguró lo anterior en la conferencia de clausura del ciclo Entre la crónica y la ficción en El Colegio Nacional, donde reconoció el hecho de que su autor no la publicara en vida, que la mantuviera como una suerte de obra secreta, “una obra maestra secreta de la literatura mexicana.

“En las historias que narra en la novela hay esta capacidad de entrar en la vida íntima de cada uno de los personajes, de narrarlos en proximidad, de conocer su destino, a veces desde la infancia. No son monstruos, no son ajenos… son personas: algunas habrán equivocado el camino, pero si no las entendemos como personas, nunca vamos a saber por qué están ahí”.

Rascón Banda entendió el problema como algo de una enorme complejidad social, no como un asunto militar en el que alguien tuviera que ser considerado como parte del frente enemigo: no simplificó, sino hizo “que la historia fuera compleja.

“Esta zona permanentemente gris, en donde se borra la frontera entre lo lícito y lo ilícito, es la que está trabajada con tal maestría que, sin condenar a los personajes, uno entiende por qué dieron ese paso que los hizo orientarse hacia un camino que ya no tiene regreso”, dijo Villoro. 

Una forma de habla norteña

Rascón Banda se consideraba un dramaturgo por sobre todas las cosas, lo que se nota al recuperar el habla norteña, dice Villoro. “Cada una de las voces son distintivas, porque se siente cercano a ellas. No habla de la misma manera un hombre mayor que una chica joven, y este coro de voces cuenta su historia muchas veces en primera persona, porque hay largos monólogos, grabaciones, radiogramas…”.

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