Los días lunes, miércoles y viernes llega puntual a su recinto de enseñanza, desde las 17:00 horas se abren las puertas de los antiguos baños en San Mateo Atenco, Estado de México, que desde hace 13 años fueron adaptados para convertirse en un gimnasio de boxeo y donde el entrenador Raúl Ortiz Gutiérrez continúa con su legado, ese que va más a allá de enseñar a soltar golpes o detectar muchachos “buenos pa’ las trompadas”, sobre todo, le interesa mostrarle a los jóvenes que el deporte es una alternativa positiva y los aleja de los vicios.
La entrada a su gimnasio es diferente a la de otros, pues se debe atravesar un largo patio, luego pasar por un pasillo obscuro hasta entrar a la zona donde alguna vez hubo regaderas, ahí están los costales, las peras, las cuerdas para saltar y un ring, herramientas con las que por más de 40 años don Raúl Ortiz ha forjado a más de 100 pugilistas, algunos solo en el sector amateur y otros los llevó hasta el profesionalismo.
“Empecé entrenando en la Ciudad de México, estuve en el gimnasio Nuevo Jordán, después estuve en Lerma y ahora acá donde ya debuté como a 20 profesionales, algunos han salido buenos como Susana Toluquita Vázquez que disputó campeonatos mundiales tres veces, una contra Jackie Nava y dos contra “La Barby” Juárez. También estuvieron conmigo Juan Castañeda, campeón mundial juvenil, “El Chino” Veraza que fue campeón Latino y los que fueron campeones de Cinturón de oro: Omar González, Juan Pavón y Carlos Martínez”, recuerda.
Con 90 años recién cumplidos el entrenador Raúl Ortiz Gutiérrez se niega a separarse de su trabajo, de un sitio donde estará “hasta que Dios me deje”, afirma, una enseñanza que los revitaliza y lo mantiene fuerte, física y mentalmente.
“Aquí seguiré hasta que Dios me deje, ya tengo 90 años. Físicamente me siento bien, todavía puedo trabajar las manoplas y hay algunos que pegan muy fuerte. Aquí descanso, cuando estoy aquí me siento mejor, me siento a gusto, no hay día que diga ya me cansé. Esto me da vida, me da mucho ánimo, los muchachos me siguen porque aquí hay muchos gimnasios, pero les gusta estar aquí”, afirma.
De estilo técnico
Con más de 70 años dentro del boxeo Raúl Ortiz conoce la historia del pugilismo mexicano e internacional, tema del que podría platicar anécdotas por horas, y es que es un deporte que le apasiona, de tal manera que a sus 60 años llegó a subirse al ring para pelear por ocho o 10 rounds solo “pa’ matar el gusano”.
Hijo de boxeador, su padre fue Ignacio Ortiz Bejarano, y con un hermano que siguió el mismo camino de los encordados, don Raúl recuerda que en su etapa como pugilista aprendió a pelear “con técnica”, un estilo que por varias generaciones ha compartido con sus pupilos, pues asegura: “las peleas se ganan con inteligencia”.
“Mi boxeo debe ser técnico, que llame la atención, que sea comercial para que el empresario nos vuelva a llamar, que den buenas peleas. Aquí el chiste es que el peleador pegue y que no le peguen, debemos ser técnicos, aquí les enseño los golpes decisivos en una pelea, cómo debe impulsar para que el golpe vaya fuerte, levantar el talón del pie y que vayan bien los golpes y no los anuncien”.
Es por estos conceptos y conocimientos que decenas de jóvenes acuden al gimnasio de don Raúl Ortiz Gutiérrez, desde niños que desean conocer las bases del deporte, otros que ven en el boxeo una alternativa de distracción después de largas rutinas de trabajo en la elaboración de zapato, y otros, que han tomado al pugilismo con una forma de vida, esos que buscan en el profesionalismo poner en práctica las enseñanzas de un hombre que ha vivido para el boxeo. “Aquí sigo a los 90 años con la ilusión de sacar un buen muchacho”.