En el mundo del boxeo suenan muchos nombres, pero hay algunos que ganaron mayor peso a lo largo de los años y que incluso después del retiro, siguió vigente su legado. Tal es el caso de Julio César Chávez, El Gran Campeón.
Su estilo es tan peculiar como su historia, pues El César señala que él no quería ser boxeador, más bien apuntaba a convertirse en futbolista en un futuro.
"Yo no quería ser boxeador, yo quería ser futbolista, jugaba de medio. Fui a un nacional como seleccionado de futbol, de beisbol y de boxeo. Me fui por el camino que más me convenía y no me equivoqué, gracias a Dios", expresó Chávez en una plática con Luis García y Christian Martinoli.
Posteriormente, la conversación se fue orillando hacia sus rivales y Julio César Chávez no dudó en contar una de sus historias más insólitas, pues aseguró que aguantaba mucho los golpes porque tiene el cráneo deforme.
"Cuando me hicieron un estudio de la cabeza, yo recuerdo que los doctores estaban como locos. Yo decía qué tengo en la cabeza, ya valió madres, no voy a poder pelear. En el estudio me salió el cráneo más grande de lo normal pero mucho, y aparte me salió un cisticerco calcificado en la cabeza, es por eso que aguantaba muchísimos golpes y la gente no se daba cuenta que me lastimaban pero al otro día no podía ni caminar."
Asimismo, contó cuál fue su rival más difícil y aprovechó para recordar esa emocionante victoria.
"Definitivamente la pelea más complicada y más difícil fue la de Meldrick Taylor; imagínate ir pendiendo la pelea y ganarla en el último round. Mis golpes eran de mucha potencia pero él era mucho más rápido que yo. En el último round cuando le pego la derecha y lo tambaleó dije 'aquí es', gracias a Dios lo tumbé", expresó.
Finalmente, apuntó que el boxeo actual no se compara con la práctica a la que él se enfrentó, pues "ahora es mucho más fácil ser campeón del mundo, ahora cualquiera tiene cuatro o cinco campeonatos mundiales".
FCM