Carlos Mercenario, medallista de plata en los 50 kilómetros de marcha de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, se confiesa apasionado de la fiesta brava, aunque sabe que algunos se lo reclamarán: “En la vida, como en los toros, siempre hay riesgos que tomar”.
De visita en León para la apertura de la Escuela de Marcha que lleva su nombre, afirma que ahora se enfoca en encontrar talentos entre los leoneses para volver a nutrir el semillero de andarines, porque dice que la caminata es la mejor manera de bajar de peso para adultos y ancianos.
Aprovechando tus experiencias como marchista y en Barcelona, ¿cuál es la diferencia que ves entre el México de ese entonces y el de hoy?
Pues que faltaba esto, ir a la iniciación, trabajar la iniciación deportiva que se dejó de hacer y la capacitación a los entrenadores.
En lo social, ¿cómo ves a México de ese entonces con el de hoy?
Teníamos un espíritu de sacrificio, sin entender que los deportistas tienen que sufrir para tener éxito. El espíritu de lucha y sacrificio era mayor, pasa en toda la sociedad; ahora los jóvenes tienen todas las cosas a la mano, hay que recordarles que para tener éxito, hay que esforzarse, no sufrir, pero sí esforzarse.
Aparte de la marcha, ¿qué te apasiona?
Lo que genera el deporte, la integración que promueve; el tenis me apasiona como aficionado, en todo el deporte el tema mental es muy importante, pero en el tenis es determinante, hasta en la televisión puedes darte cuenta cuando alguien baja mentalmente, cómo empieza a perder. Me gustan también el beisbol y todo el atletismo.
Platícame de tus pasatiempos que no tengan que ver con el deporte…
Me van a regañar algunos a lo mejor… me gustan los toros, me apasionan; me gusta la música y también el motociclismo, lo practico, pero más de pasatiempo; algo así que me apasione, me apasione, son los toros.
Pues no tanto, pero sí me emociona, he sido aficionado.
¿Cuál es tu torero favorito?
Enrique Ponce y últimamente me apasiona este hombre que cierra las plazas y no deja entrar a las televisoras, José Tomás.
Creo que sí, porque en la vida siempre hay un riesgo y cada quien lo toma hasta donde quiere, eso es lo que me apasiona de los toros, que a veces no nos damos cuenta de que los toreros se están jugando la vida.
Sí, he sido aficionado con unos novillitos muy pequeños, pero sí.
Estoy muy contento, porque la idea de la escuela de marcha ya tenía tiempo y me da gusto que ya se arranque aquí, en León. Necesitas a alguien que te entienda, no es solo la foto, porque sería fácil decir que arranca la Escuela de Marcha Carlos Mercenario. El tema es que de verdad te entiendan la intención, la cultura física con este deporte tan noble. Es difícil encontrar otro tan sencillo como la marcha, solo se requieren ganas y unos tenis.
No es nada sofisticado y tiene su dos vertientes: buscar la posibilidad de sacar talentos, por eso la convocatoria y el trabajo muy de cerca con la Secretaría de Educación estatal, para que nos permita llegar a los niños, invitarlos y si salen algunos talentos, se les da el seguimiento. Pero también es la otra parte, que en las pistas sepan que los adultos mayores, las señoras que lo quieran hacer, por salud, no hallarán mejor deporte para bajar de peso que la caminata. Cuando terminas de hacer marcha justo te duele ahí, donde está o donde estaba la cintura. Como deporte, por salud, es sensacional y eso es la idea, que esta escuela de marcha sea para promover la actividad física.
Hay personas que no pueden correr por algún problema de rodilla, por algún problema de alguna articulación, pero sí pueden caminar y si aumentas el braceo, como es la marcha deportiva, pues generas eso, la quema de calorías, repartido 50 por ciento en la zona inferior y 50 en la superior.
Además eso también es una manera de integrar a los niños, sacarlos de actividades que puedan derivar, por ejemplo, en pandillerismo…
Exactamente, si los niños tienen tiempo libre hay que aprovecharlo de la mejor manera. Aquí hay otra cosa, que hay un trabajo de integración, porque vienen los papás, los maestros, porque es redondo, podemos pasar muchas horas insistiéndole a nuestros hijos que hagan actividad física y nunca va a ser tan provechoso como que vean al papá haciéndolo o al profesor.