Soy malhablado, alburero no, aunque la gente cree que sí: Rafael Inclán

Entrevista | Lado B

El actor se considera mal papá, pero afirma que es amigo de sus hijos y admite que tiene algo de neurótico, alimentado por la situación del país.

“Como de todo, pero con la edad hay cosas que te caen de peso”: Rafael Inclán. (Alfonso Manzano)
Ciudad de México /

Heredero de una gran dinastía de actores, aunque asegura que nunca fue “niño prodigio”, Rafael Inclán disfruta la vida de muchas formas: jugar, ir al bingo, estar con su familia y frente a una cámara o arriba del escenario son las de actividades que más le apasionan.

Directo en sus comentarios, bromista, pero también con la seriedad que la madurez le ha brindado, el actor habla de su vida fuera del escenario.

¿Cómo elegiste ser actor?

Porque toda mi familia estaba en la actuación: El Chóforo y El Chato Padilla, mi tío y primo; Alfonso Zayas, su papá fue trovador, mi mamá (Gloria Alicia Inclán), y mi tía; el más grande de la familia fue Miguel Inclán, tío abuelo de nosotros. Solo conocí carpas, cabarets y teatros. Entonces lo de la actuación viene de familia, no fui niño prodigio, empecé más grande, pero con la decisión de seguir en esto.

¿Es difícil lograr el éxito en tu carrera?

No es fácil cuando no tienes idea de lo que quieres; yo andaba de maestro de ceremonias, de gira con el maestro Basurto (Luis G.), un teatrero enorme; y ahí iba mi mamá en esa compañía, y después de tres años estuve buscando hasta que caí en una obra que se llamó Las golfas, en 1968, en el teatro Principal.

¿Te ves muy bien?

En el 18 tuve tres operaciones muy fuertes, pero ahí voy, traigo bastón porque todavía no amaciza; además la edad también ayuda, incluso para los personajes, ahora soy el abuelo, entonces por qué chingados no voy a usar bastón (risas).

Además de actuar, ¿cómo disfrutas la vida?

Voy al bingo, además me casé el año pasado y a esta mujer ya nada más le llevo 35, es a la que menos le he llevado.

¿Te has casado muchas veces?

No, tres, ahora con Paola, hija de Jorge Lavat y Chuty Rodríguez.

Tienes una actitud positiva…

Prefiero estar mejor mentalmente.

Antes eras más reservado, serio, enojón…

Todos tenemos algo de neurosis y el país está para alimentártela, ¿no?

El tiempo, la madurez, te da otra visión ¿no?

Otro punto de vista, el de a de veras.

¿Te gustan los deportes, practicas alguno?

Mi afición a los toros era buena, pero como soy de teatro, duro años sin ir porque estoy trabajando, entonces una afición a la que no asistes se pierde o se suaviza.

¿Qué te gusta comer?

De todo, pero con la edad hay cosas que te caen de peso, otras no; debes respetar ciertos horarios, por el colesterol, el azúcar y tienes que nivelarte.

¿Eres disciplinado?

Sí, trato, aunque luego se me olvidan las pastillas.

¿Nunca te dio por el alcohol?

Sí, cómo no y todavía me tomo una copa, pero ahora con el pinche alcoholímetro ya te da miedo cenar y tomarte tres copas, porque no sabes. Sirve también de freno. Pero cuando tengo tiempo sí tomo una o dos copas.

¿Cómo eras de niño?

No sé.

¿No te acuerdas?

No, no sé, nada más sé que me traían a madrazos (risas).

Entonces, ¿eras travieso?

O la exageración materna, también ¿no? (risas)

¿Cómo fuiste como papá?

Muy malo, en cuanto a la presencia, porque la carrera me desvió, aunque sí soy amigo de mis hijos.

¿Ya eres abuelo?

Sí, tiene 14 años Rafael tercero, no sé por qué le pusieron así.

¿Eres buen abuelo?

No, mi hijo es el que le debe dar todo a mi nieto; yo me preocupo por mi hijo. Aunque tenga 50 años te debes preocupar y solucionar. Así es la vida.

¿Se han cumplido tus sueños?

Nunca he puesto sueños más allá de lo que pueda alcanzar. Una vez el señor Sabido (Miguel) me preguntó: ‘¿qué quieres hacer después de El Avaro?’, le dije que lo mismo que Ignacio López Tarso, quien en ese entonces interpretaba a Cyrano de Bergerac; le comenté que necesitaba que él me pagara un año de sueldo para estudiar fonética, esgrima y lo que necesita el personaje. Hace veintitantos años aún lo podía hacer, pero a Sabido se le cruzaron un montón de negocios, y dijo: ‘No voy a mantener a este buey un año’ (risas), y no lo hizo.

¿Eres alburero?

Malhablado sí, alburero no. Los actores usamos el albur como arma, es el esgrima verbal. Pero la gente cree que hablo y estoy albureando. Me dicen: ‘A mí no me alburee’ y yo solo estoy saludando (risas).

¿Eres feliz?

Y si no soy feliz, qué poca madre tengo (risas); sería injusto decir que no. La felicidad es una actitud, todos tenemos azotes y a veces nos sentimos tratados injustamente.

¿Qué te saca una sonrisa?

Muchas cosas, los bebés, los cómicos, trato de tener una actitud de divertimento en general, aunque no es fácil, porque también tengo la neurosis lógica y necesaria.

¿Te gusta leer?

No soy de la FIL de Guadalajara, pero sí trato de leer diferentes cosas, pero voy a un café que está en San Jerónimo y ahí está el MILENIO y me gusta leerlo, sobre todo la parte editorial.

  • Adriana Jiménez Rivera
  • jiramil@hotmail.com
  • Licenciada en Periodismo y Comunicación Colectivo, egresada de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales, ENEP Aragón, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con más de 32 años de experiencia en el periodismo escrito, en los diarios El Esto y La Afición, y las revistas Tele Guía y Oye mi canto; y desde 2000 en MILENIO DIARIO como reportera, y Coeditora desde 2009 a la fecha.

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