Crisanta Gómez retomará el reto de estar sola en el escenario. Ya lo hizo en dos ocasiones en el monólogo La avestruz, la producción “en la que por primera vez sale mi nombre y mi cara solos en un programa”, dice orgullosa.
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El próximo sábado 29, la historia se repetirá por tercera ocasión, aunque la actriz destaca que el contexto es diferente, pues consciente de que hay que adaptarse a la situación por la pandemia, sus acciones serán registradas por una cámara que mandará la señal vía streaming”, lo que la tiene “nerviosa, tensa y muy emocionada” ante el nuevo reto.
Sin embargo, su pasión por el teatro y la seguridad que ha conquistado en 15 años (desde que subió al escenario para ser parte de El violinista en el tejado, donde compartió junto a “el gran Pedro Armendáriz”), le dan valor para seguir emocionando al público.
¿Estás lista para probarte en el teatro en línea?
Sí. La avestruz es un proyecto que puede estar bien para la modalidad de streaming, no creo que todos pudieran aguantarlo, porque siento que sí hay algunas historias que se tienen que vivir en el teatro. Es un monólogo, donde doy vida a Regina, quien va a comprar el vestido de dama de su mejor amiga y se queda contando por qué odia el amor, y te das cuenta que tiene algo que no ha resuelto. Está en un momento de crisis, pero decide sacar la cabeza del suelo, como una avestruz; es una comedia ligerita de Saúl Campos, donde César Enríquez me dirige.
¿Cómo y cuándo fue tu primer contacto con el teatro?
El 99 por ciento de mi carrera la he hecho en el teatro, sobre todo en musicales. Este año me hubiera gustado hacer algo de televisión, pero todo se movió por la pandemia. Mi pasión es el teatro, el contacto que te da con la gente no lo cambio por nada. Empecé a los 19 años en El violinista en el tejado, hace 15 años con el gran Pedro Armendáriz, ese fue mi primer contacto profesional, aunque la primera vez que asistí fue hace muchísimo tiempo, mi mamá era fan y me llevaba en la menor provocación y lo agradezco mucho. Esta es la primera vez que me detengo así, obligada (por la pandemia), y es triste, lo extraño muchísimo, porque el escenario es como mi droga, es lo que me hace estar bien.
¿Has logrado todos tus sueños?
Uno de mis sueños fue Wicked, es una obra que moría de ganas por hacer, desde que escuche el soundtrack y vi lo que había en YouTube, dije: “quiero hacerla”, y el sueño se cumplió. Hay otras obras que se han frustrado, como Los Miserables, pero me encantará hacer otras. Mi obra favorita es Aída.
¿Dónde estudiaste?
En Argos Casa Azul, en la escuela de teatro musical Tercera Llamada. En esta pandemia he tomado cursos, para casting; si viene gente de Broadway, trato de entrar. Estoy al día, al corriente en mi carrera.
¿En cuál faceta de las que requieren los musicales te consideras mejor?
El canto y la actuación son mi fuerte, el baile es mi taloncito de Aquiles, aunque últimamente me he enfocado a mover mi cuerpo y a fomentar la memoria corporal, porque quiero estar bien en las tres facetas.
Los costos de la función son de 150 y 250 pesos; la segunda incluye sesión de preguntas con la protagonista.