Los rivales y campos de batalla Cártel de Sinaloa han cambiado, pero esta organización criminal se mantiene como el hilo conductor de la violencia que comenzó en 2007 con la lucha frontal al narcotráfico realizada por el gobierno de Felipe Calderón y que se mantiene actualmente con la estrategia de “abrazos, no balazos” del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En ambos sexenios, la mitad de las muertes violentas se concentró en un número reducido de demarcaciones donde los sinaloenses enfrentaron a sus enemigos. En el sexenio panista, el cártel liderado por Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada atacó territorios fronterizos dominados por los cárteles del Golfo y de Juárez; actualmente, los sinaloenses contienen la agresiva expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación en el Bajío y norte del país.
Los mapas delictivos que enfrentaron ambos presidentes cambió sensiblemente con el paso de los años. Durante los primeros 42 meses del gobierno calderonista, cinco entidades concentraban el 47 por ciento de las muertes violentas en el país que se concentraban principalmente en dos zonas: la primera estaba integrada por Chihuahua y Sinaloa, mientras que la segunda estaba formada por Estado de México, Guerrero y Oaxaca.
En el actual sexenio, los enfrentamientos del crimen organizado se registran en tres áreas donde se comete el 49 por ciento de los ajustes de cuentas: la primera se ubica en el Centro y Bajío del país con Guanajuato, Estado de México, Michoacán y Jalisco; la segunda se da en Baja California y la tercera se encuentra en Chihuahua.
Para el especialista en materia de seguridad, David Saucedo, los cambios en el mapa delictivo se deben a que los narcotraficantes trazan puntos de batalla de acuerdo con sus propios intereses y a que desde 2007 no se ha alcanzado un pacto de paz en el que los grupos delictivos puedan acordar la división de territorios.
“Despúes de Miguel Ángel Félix Gallardo, lo que hemos tenido son narcotraficantes de alto perfil que son unos auténticos carniceros que no ven la posibilidad de establecer alianzas y ceder territorios para tener ordenado su espacio y poder seguir con su negocio de trasiego de drogas; en cambio, viven en un estado de guerra permanente”, señaló Saucedo.
En los últimos años los mayores niveles de violencia se concentran en Guanajuato, Michoacán y Jalisco, pues conforman una zona que se encuentra en disputa entre los cárteles de Jalisco Nueva Generación y Sinaloa. Tan solo en estas tres entidades se han denunciado 29 mil 770 asesinatos desde diciembre de 2018.
El área que conforman esos tres estados y a los que se les ha unido Zacatecas en los últimos meses, representan un territorio de vital importancia para los grupos delictivos, ya que son la conexión más rápida entre la droga que llega de los puertos de Manzanillo o Lázaro Cárdenas con la frontera hacia los Estados Unidos cruzando el país de manera perpendicular hacia Texas.
Otros puntos críticos de inseguridad se presentan en Baja California y Chihuahua. Ambas entidades son dominadas por el Cártel de Sinaloa, pero las batallas internas entre los afines a los hijos del Chapo Guzmán y el grupo que defiende a El Mayo Zambada han generado un incremento de la violencia que ha cobrado la vida de 9 mil 865 personas en la primera entidad y otras 8 mil 398 en la segunda.
“Siempre han sido una federación de cárteles y lo que pasó ahorita es que se están peleando entre ellos, pero son dos facciones que son muy grandes. Hace mucho no veíamos una ruptura tan grande, incluso cuando fue la ruptura con los Beltrán Leyva” explicó el director de la consultora Global Leading Solutions, Alberto Alberto Islas.
Siempre presente
Desde el inicio de la lucha frontal contra el crimen organizado, el Cártel de Sinaloa ha sido protagonista de diferentes disputas con el fin de controlar diversas aduanas estratégicas para el trasiego de drogas hacia Estados Unidos y en un principio se concentraron en Chihuahua, específicamente en el paso fronterizo de Ciudad Juárez y en la capital del estado.
Los datos del gobierno federal muestran el incremento de las denuncias por homicidio dolosos presentadas en dicha entidad a partir de 2007, pero fue en 2008 cuando la lucha entre los cárteles de Juárez y de Sinaloa registró más de 2 mil muertes violentas en la entidad y no fue hasta 2009 que alcanzó su máximo nivel de violencia al registrar 3 mil 156 asesinatos relacionados con bandas criminales.
Reportes de la Procuraduría General de la República señalan que en esos años, los cárteles de la droga reclutaron a grupos delictivos locales para aumentar su nivel de fuerza. Los de Juárez se apoyaron el grupo armado identificado como la Línea; mientras que El Chapo Guzmán recurrió a la banda Gente Nueva, quienes al final de cuentas dominaron la plaza con el paso de los años.
En el Pacífico del país, los sinaloenses tuvieron que librar otra batalla sangrienta por la ruptura que tuvieron en 2007 con el cártel de los hermanos Beltrán Leyva. Los enfrentamientos dispararon los índices delictivos en Sinaloa, Guerrero y Oaxaca durante el periodo de 2007-2009 en el que fallecieron casi 12 mil personas.
La administración de Felipe Calderón dio prioridad a la detención de grandes capos de la droga mediante el uso de la fuerza, esto llevó a que los criminales se armaran de mejor manera y realizaran ataques de mayor calibraje a los que se han visto durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, aseguró Alberto Islas.
“La gran diferencia es que había coches bomba en el gobierno de Calderón, hubo lanzacohetes, se hicieron ataques con rifles calibre .50; con el gobierno de López Obrador no hemos visto eso, pero hemos visto que sube el número de asesinatos y que no se resuelven los crímenes, que al final del día es lo que importa”, explicó Islas.
Desde el inicio de la guerra contra el narco, el país ha sostenido batallas de bajo o alto alcance entre los diferentes cárteles de la droga y de acuerdo con David Saucedo, en ningún momento se ha podido experimentar un periodo de paz entre cárteles o células del crimen organizado.
“No hay un solo estado donde se haya tenido un cese al fuego y esto data de los tiempos de Felipe Calderón; más bien hay treguas o relajamientos unilaterales porque se preparan para una embestida o porque un territorio dejó de ser de su interés y se retiran o porque deciden replegarse y reorganizarse para volver a embestir; pero paz de largo aliento no hemos visto en ningún lado” sentenció.
ledz