Desearía tocar como Charlie Watts y tener el cabello largo: Eduardo Yarto

Entrevista

El secretario de Turismo de Zacatecas habla de su gusto por el rock clásico, la salsa y el reggae, aunque afirma que carece de agilidad para el baile; asegura que se siente un músico frustrado y le va a Yankees de NY.

“De niño decía que quería ser beisbolista”. (Jesús Quintanar)
Lenina Ramos
Ciudad de México /

Comenzó la carrera de economía, pero el Mundial de Futbol de 1986 y el programa de televisión México Mágico lo hicieron cambiar de opinión; estudió administración turística en la Universidad Anáhuac e incursionó en la función pública al laborar en la secretaría del ramo del entonces DF, el cual fue “el mejor trabajo del mundo” hasta que terminó su gestión; pensó que no encontraría otro igual hasta que Zacatecas lo designó titular del sector.

Eduardo Yarto lleva 36 años en el turismo, ha impartido más de 100 cursos y seminarios por todo el país.

Aunque no baila, le gusta el rock, la música clásica, la salsa y el reggae. Uno de sus sueños fue haber tenido el cabello largo y haber tocado como los bateristas Stewart Copeland (The Police), Charlie Watts (The Rolling Stones) y Keith Moon (The Who).

¿Cuáles son sus lugares favoritos de Zacatecas?

El Cerro de la Bufa, la Mina del Edén, el Museo Pedro Coronel; pero hay rincones muy especiales que la gente debe de conocer: la Plazuela del Moral, en el centro histórico; el callejón de Alcaiceria de Gómez, los cuales me encanta recorrer a pie o en bicicleta eléctrica. La Catedral de Fátima es uno de los siete templos neogóticos que tiene en el país.

¿Cuándo decidió dedicarse al turismo?

Salí de la preparatoria y pensé que quería ser economista, entré a la carrera, estuve solo un par de semanas y entendí que no era lo mío. Luego pedí mi cambio a administración de empresas, pero ya no había lugar. Estudié con los contadores dos semestres de tronco común, era el único espacio disponible; luego tenía la opción de cambiarme. Estando ahí me di cuenta de que la contaduría no me interesaba, me iba bien, pero no era lo mío. Era interesante conocer las tripas financieras de una empresa, pero me gustaba más el entorno exterior de ellas.

Dos aspectos muy particulares me hicieron cambiar de opinión. Colombia tenía la sede del Mundial de Futbol de 1986, pero en 1983 declinó por problemas económicos. Seguí el proceso de selección en el que participó México, Brasil, Canadá y Estados Unidos; se decía que este último era el gran favorito y sin embargo, por una muy buena estrategia, ganó México, lo cual traería mucho turismo.

Además en esa época leí un libro de Virginia Sendel, que tenía un programa de televisión llamado México Mágico; presentaban cosas muy particulares, diferentes, extrañas, extremadamente interesantes del país.

Finalmente me decidí por administración de empresas turísticas y fue la decisión correcta, así llegué al turismo, donde llevo 36 años.

¿Qué quería ser cuando era niño?

Beisbolista.

¿Quién es su jugador favorito, a qué equipo le va?

En México, a Tigres; se cambiaron a jugar a Puebla y luego a Quintana Roo. En Grandes Ligas le voy a Yankees de Nueva York.

¿Cambiaría algo de usted?

Me gustaría haber tenido alguna vez el pelo largo hasta los hombros, fue un sueño de joven, pero nunca pude porque me crecía chino.

¿Qué música le gusta?

El rock clásico y por alguna extraña razón veo que a muchos de los que nos gusta ese género, también apreciamos la música clásica, la salsa y el reggae.

Si hubiera sido baterista, ¿en qué banda le hubiera gustado estar?

Siempre admiré a cuatro bateristas: Stewart Copeland (The Police), a Charlie Watts, de The Rolling Stones, que es mi grupo favorito; uno de los más exóticos e innovadores en su momento y el corazón de su banda, Keith Moon, de The Who, además de Neil Peart, de Rush, me hubiera encantado tocar como ellos.

¿Baila?

No me gusta, porque no me siento con agilidad. Dentro de mí hay un músico frustrado. Yo toqué muchos años la batería y creo que es un mal de los bateristas, a pesar de ser el corazón y el ritmo, coinciden muchos conmigo, no bailan.

¿Algún libro ha cambiado su forma de ver la vida?

Regina y Tlacaélel, el azteca entre los aztecas, de Antonio Velasco Piña. También, El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, y uno más relacionado con el turismo Lessons from the Mouse (Las lecciones del Ratón), de Dennis Snow, un señor que trabajó 20 años en parques de Disney, donde habla de lo que aprendió de la calidad de servicio y experiencias.

La experiencia que marcó su vida…

Trabajé en la Secretaría de Turismo de Ciudad de México en 2001, salgo al cambio de gobierno, era el mejor trabajo que había tenido en mi vida; pensé que sería muy difícil encontrar uno que me gustara tanto. Al salir sentí frustración, pero casualmente sí hubo un ofrecimiento para unirme a la Secretaría de Turismo federal, como director de Desarrollo de Turismo de Reuniones. Luego me independicé con una empresa donde hacia asesorías a todo el país, hasta que llegó el punto culminante: siempre quise ser secretario en un estado. Yo no escogí Zacatecas, Zacatecas me escogió a mí.

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