En el cronómetro de la Secretaría de Marina, 840 segundos fueron la diferencia para que uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo, el holandés Marco Ebben, fuera asesinado en lugar de quedar detenido por los policías de Atizapán, Estado de México, que pertenecen a las Fuerzas Armadas de México.
Un comando criminal –aún no se sabe cómo– se adelantó al operativo que las autoridades municipales iniciaron desde el año pasado, cuando descubrieron que Ebben había llegado desde Europa hasta México para reforzar la guerra de ‘La Mayiza’ contra ‘La Chapiza’, en Sinaloa, y se había avecindado en la colonia Rancho San Juan.
Ebben no era un objetivo cualquiera: tenía una ficha de búsqueda en 196 países y una sentencia pendiente de siete años y cuatro meses en prisión por tráfico de drogas entre Brasil y Países Bajos, condena que le fue impuesta cuando en 2015 fueron descubiertos 400 kilos de cocaína ocultos en piñas, cargamento gestionado por Marco y su padre.
Su fama era la de uno de los pesos pesados de la criminalidad internacional, con socios en los cinco continentes del mundo.
A sus 32 años pertenecía a una comunidad opaca en el crimen organizado, los ‘brokers’, es decir, operadores freelance de altos vuelos al servicio de las mafias más ricas del mundo que se ofrecen para todo tipo de misiones complejas: surcar nuevas rutas de tráficos ilícitos, concretar millonarios negocios al otro lado del mundo eliminando la barrera lingüística, adquirir arsenal de última generación y hasta abrir cuentas bancarias en paraísos fiscales a prueba de cualquier fiscalización.
El Holandés usó todas sus habilidades para convertirse en uno de los ‘brokers’ más cotizados del mundo: dominaba, al menos, siete idiomas; tenía familiares conectados a los clanes rusos más ricos del mundo y había estudiado negocios internacionales en Europa, según una investigación de la Interpol.
La mafia rusa, albanesa, búlgara, italiana, así como triadas chinas, pandillas neozelandeses y cárteles en América estaban entre sus clientes satisfechos que le extendieron una reputación de violento y eficaz.
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El Chino Ántrax lo acercó al Mayo
Desde hace al menos ocho años, Ebben era operador del Cártel de Sinaloa, especialmente para la facción de Ismael El Mayo Zambada. La misma carpeta de la Interpol que detalla el largo currículum del Holandés da cuenta de que la conexión entre el europeo y el septuagenario narcotraficante de Sinaloa comenzó gracias a José Rodrigo Aréchiga Gamboa, El Chino Ántrax, cuya función era cuidar el brazo armado que dirigía el Mayo y sus hijos, como El Mayito Flaco.
Aréchiga Gamboa gustaba de viajar por el mundo a todo lujo con el pretexto de conseguir socios para el cártel. Su cuenta de Instagram —aún pública— es un registro de sus viajes de ocio y de negocios por Francia, España, Emiratos Árabes Unidos y Países Bajos, entre otras naciones. En esta última conoció a traficantes cercanos a Ebben en algún momento entre 2012 y 2013.
Luego de consultarlo con su jefe, El Mayo, los holandeses se volvieron proveedores de armas para el Cártel de Sinaloa, así como facilitadores de oportunidades de inversión en países europeos como Países Bajos, Bélgica y Alemania, donde están los importantes puertos marítimos de Rotterdam, Amberes y Hamburgo. Por ahí entran y salen todos los días contenedores con bienes ilícitos.
La relación se volvió tan cercana que, en diciembre de 2013, El Chino Ántrax viajó a Ámsterdam para pasar Año Nuevo y supervisar los negocios en Países Bajos, pero fue detenido minutos después de aterrizar en el Aeropuerto de Ámsterdam-Schiphol.
Posteriormente fue extraditado hacia Estados Unidos, de donde escapó para volver a México, su última parada antes de ser asesinado en Culiacán.
Su ejecución no mermó la relación con los holandeses y la facción del Mayo Zambada. Al contrario: sin el intermediario, emergió la figura de Ebben, a tal grado que viajó, en al menos dos ocasiones, a Culiacán, Sinaloa, para conocer personalmente a sus socios y tener un mejor entendimiento de las necesidades de sus clientes.
Al fin y al cabo, Ebben era tanto un criminal como un hombre de negocios.
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Se hacía pasar por agente de la DEA
Ebben tenía muchas versiones con las que ocultaba su propia verdad. En la tarde de su asesinato, caído entre su camioneta blindada Cadillac Escalade y el vehículo de un vecino, los marinos de la policía de Atizapán encontraron dos identificaciones falsas: un carnet de la agencia antidrogas DEA y una credencial de elector expedida por el Instituto Nacional Electoral (INE). En ambas se presentaba como Jesús Antonio Velásquez Rivas.
Antes, El Holandés ya había probado con varias identidades: en Rusia se presentaba como parte del cuerpo diplomático del Parlamento Europeo; en Turquía como un empresario de la seguridad privada; en Brasil, como agente especial de la Europol, la misma corporación que lo buscaba por traficar 400 kilos de cocaína en cajas de piñas.
Incluso, siguiendo el ejemplo de varios capos de alcances internacionales —en México, por ejemplo, lo intentó Nazario Moreno González, fundador del cártel de Los Caballeros Templarios— fingió su muerte con la esperanza de que se enfriara su búsqueda.
El “asesinato” de Ebben ocurrió supuestamente el 22 de septiembre en Culiacán, Sinaloa —en el día 13 de la “guerra en Sinaloa”— donde un tiroteo entre ‘Mayiza’ y ‘Chapitos’ “resultó” en un impacto en su cabeza.
Ebben tenía pocos días en el Pacífico mexicano convocado por los fieles al Mayo Zambada para ayudarles a ganar el conflicto armado contra los hijos del Chapo Guzmán. Se trataba de una adquisición cara, pero que garantizaría buenos resultados: con El Holandés de su lado, creyeron, el armamento de alto nivel estaba asegurado.
En realidad, el “broker” sólo había resultado levemente herido en la balacera, pero la falsa noticia de su muerte le abrió una oportunidad para encontrar una nueva posición desde la cual influir en la guerra.
Así que dejó que influecers, como el rapero Djaga Djaga, lamentaran su fallecimiento —aunque no hubiera foto del cadáver ni confirmación oficial— y huyó de Sinaloa para reforzar su mentira.
Y entre todos los lugares para refugiarse eligió Atizapán, Estado de México, uno de los municipios con las colonias más ricas del país, donde podría camuflarse como un exitoso empresario. Desde ahí, en las orillas de la Ciudad de México, continuaría sus operaciones para ayudar a 'La Mayiza'.
Sólo había un problema: Atizapán es de los pocos municipios en México donde la policía municipal está integrada por la Secretaría de Marina. Y no por marinos comunes, sino un grupo de élite especializado en barrer con el crimen organizado.
A esa boca del lobo Ebben se fue a esconder.
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“Lo mataron para impedir que fuera interrogado”
Como casi todos los días, Ebben tenía programado asistir la tarde del 13 de febrero al gimnasio Sports World de Zona Esmeralda, a sólo unos metros de su casa en el fraccionamiento Real Antigua, colonia Rancho San Juan. Era una rutina perfectamente estudiada por los marinos que le seguían la pista.
El jueves sería el día del operativo de su detención. Uno antes del ajetreado Día de San Valentín. Sin embargo, 14 minutos antes de ir por Ebben, tres sicarios se adelantaron a los marinos y asesinaron al holandés antes de subir a su camioneta. En el estacionamiento quedó tendido usando ropa deportiva.
“Al parecer, alguien se enteró que las Fuerzas Armadas iban por este sujeto. No se sabe aún cómo ocurrió esta escucha, pero mi impresión es que lo mataron para impedir que fuera interrogado y que contara todo lo que sabe”, aseguró una fuente cercana a las investigaciones de la Europol.
“Esta versión tiene sentido, si uno observa cómo fue asesinado. Lo mataron como si fuera un criminal cualquiera, cuando era un ‘peso pesado’. Yo creo que los asesinos son gente que eran de su confianza y por eso no alcanzó a defenderse. Gente que lo conocía y que conocía sus secretos”, añade.
Con Ebben abatido, los marinos se concentraron en desmantelar su círculo cercano: cuatro escoltas fueron detenidos con edades que van de los 21 a los 33 años; dos son ex militares, uno es ex marino y otro es civil. Todos originarios de Chilpancingo y Atoyac de Álvarez, Guerrero, bastión de las escisiones de los Beltrán Leyva, que antes del 2008 pertenecieron al Cártel de Sinaloa con el Mayo al frente de la organización.
Entre el domicilio de Ebben y otra casa de seguridad en el municipio, los marinos hallaron un arsenal: fusiles de alto poder, armas de calibres .380 y 9 milímetros, hachas de combate, cuchillos, municiones, chalecos balísticos, cascos con blindaje kevlar, ropa de camuflaje y dinero en efectivo.
Marco Ebben, El Holandés, el “broker” de los criminales millonarios, ahora sí fue asesinado. Con su muerte, sus secretos sobre la “guerra en Sinaloa” se van con él.
MO