El 16 de marzo de 1916, en la ciudad de Nagasaki, Japón, nació Tsutomu Yamaguchi, un hombre cuyo camino lo llevaría a presenciar dos de los eventos más devastadores de la historia. Su vida es única por una razón increíble: sobrevivió no a una, sino a dos explosiones nucleares, las de Hiroshima y Nagasaki, que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial y cambiaron el curso de la humanidad. A continuación, te contamos su vivencia en medio del caos.
Un viaje a Hiroshima: El principio de la tragedia
En el año de 1945, Tsutomu Yamaguchi, un ingeniero naval, viajaba a Hiroshima por motivos de trabajo. Había pasado varios meses en la ciudad, laborando en un proyecto de Mitsubishi Heavy Industries, y ya se preparaba para regresar a casa. Sin embargo, el 6 de agosto, justo cuando planeaba volver a Nagasaki, la tragedia lo alcanzó.
Ese día comenzó como cualquier otro. La guerra había debilitado a Japón, pero muchos ciudadanos no sabían cuán cerca estaban de una catástrofe sin precedentes. Yamaguchi salió de su hotel y caminaba por las calles de Hiroshima cuando el cielo fue atravesado por el bombardero estadounidense B-29, conocido como Enola Gay.
Ese avión transportaba una carga letal: la bomba "Little Boy", que contenía 63 kilogramos de uranio. A las 8:15 de la mañana, el Enola Gay dejó caer el artefacto sobre Hiroshima, siendo la primera arma nuclear utilizada en un conflicto bélico. La explosión, ocurrida a unos 600 metros sobre la ciudad, causó una devastación inimaginable.
Tsutomu se encontraba a tres kilómetros del epicentro del desplome atómico. Aunque estaba lejos del centro de la detonación, la potencia del estallido fue tan inmensa que lo derribó. En un instante, el paisaje que conocía desapareció bajo una nube negra y roja que envolvió a la urbe. Los edificios se desplomaron, las calles fueron cubiertas de escombros y fuego, y la luz del día quedó oculta por el humo. Tsutomu sufrió quemaduras severas en la mitad superior de su cuerpo, perdió la audición temporalmente y quedó gravemente lesionado, pero milagrosamente sobrevivió.
Herido y en estado de shock, Yamaguchi pasó las siguientes horas tratando de entender lo que había ocurrido. A pesar del dolor, logró llegar a un refugio temporal donde otros sobrevivientes también se resguardaban. Fue atendido de urgencia por los daños que el impacto había dejado en su cuerpo. Durante la noche, el descontrol y la desesperación se apoderaron de la ciudad. Las calles estaban llenas de cadáveres, los edificios en llamas y el aire impregnado de cenizas.
Según los informes, estos eventos devastadores cobraron la vida de al menos 140 mil personas, muchas de ellas de manera instantánea. Un gran número de sobrevivientes quedó severamente afectado, mientras otros sufrieron las secuelas de la radiación, un mal invisible que continuaría perjudicando a la población durante años.
De Hiroshima a Nagasaki: Una huida desesperada
Dos días después, a pesar de sus heridas, Tsutomu decidió que debía regresar a Nagasaki para reunirse con su familia. Se embarcó en un tren, buscando escapar de la pesadilla que era Hiroshima. Creyó que, al volver a su hogar, podría encontrar la paz y comenzar a recuperarse. Lo que no sabía era que el horror estaba lejos de terminar.
El 9 de agosto de 1945, apenas tres días después de haber sobrevivido a la bomba en Hiroshima, Tsutomu se encontraba de nuevo en su ciudad natal, Nagasaki. A pesar de las quemaduras y el dolor que todavía sufría, fue a trabajar para informar a sus superiores sobre lo que había sucedido en Hiroshima. Mientras les contaba sobre la devastación que había presenciado, una segunda explosión sacudió el edificio.
A las 11:02 de la mañana, un bombardero estadounidense lanzó la bomba nuclear, "Fat Man", sobre Nagasaki. Esta carga fue aún más poderosa que la primera, aunque el terreno montañoso de la ciudad mitigó parte de la destrucción. Yamaguchi, que se encontraba dentro de un edificio a unos tres kilómetros del epicentro, logró salir con vida nuevamente. Las paredes del edificio colapsaron, pero el ingeniero se protegió de la peor parte de la explosión. Aunque el dolor y la angustia lo invadieron, Tsutomu logró sobrevivir a un segundo impacto atómico en menos de una semana.
¿Qué pasó con Tsutomu Yamaguchi tras la devastación?
Después de la segunda oleada de bombardeos, Yamaguchi fue llevado a un hospital improvisado. Las heridas sufridas en Hiroshima aún no habían sanado, y ahora debía enfrentar las consecuencias de una nueva detonación.
En medio de la tragedia, se reunió con su familia, quienes milagrosamente también habían sobrevivido a la desolación de Nagasaki. Sin embargo, la ciudad había quedado en ruinas. Alrededor de 75 mil personas, perdieron la vida no sólo por la explosión, sino también por la exposición radiactiva.
Durante los siguientes años, Tsutomu, al igual que muchos otros afectados por las bombas atómicas, cargó con cicatrices tanto físicas como emocionales. A estos sobrevivientes se les conoce como hibakusha, un término que refleja tanto su vivencia del bombardeo como su lucha continua con los efectos del desastre. Pero lo que realmente lo distinguió fue su determinación de compartir su historia con el mundo. Su experiencia fue relativamente desconocida por mucho tiempo, pero en 2009, el gobierno japonés finalmente lo reconoció oficialmente como la única persona que vivió ambas explosiones nucleares.
Un defensor de la paz
Lejos de guardar rencor, Yamaguchi dedicó sus últimos años a luchar por la abolición de las armas nucleares. Para él, sobrevivir a dos explosiones atómicas no era una simple coincidencia, sino un llamado a ser mensajero de paz. Con el tiempo, se convirtió en una figura pública, participando en conferencias y eventos internacionales para hablar sobre los horrores de la guerra y la necesidad de un mundo libre de este armamento.
"Lo que quiero para mi familia y para la humanidad es que nunca más haya una guerra nuclear", dijo en una de sus últimas entrevistas antes de su muerte en 2010, a los 93 años.
Su mensaje fue claro: nadie debería experimentar lo que él vivió.