La historia de Pablo Neftalí Moreno inició en Huichapan, Hidalgo, en una familia liderada por un maquinista ferrocarrilero y una ama de casa y comerciante. 45 años después, este ingeniero bioquímico, egresado del Tecnológico de Monterrey, dirige la filial mexicana de Thor, multinacional de origen inglés con presencia en 13 países que factura 2 mil millones de pesos anuales en el mercado nacional e internacional.
De este hombre reservado, sobrio, con un gusto casi obsesivo por las palabras y lector insaciable de libros especializados, dependen cerca de 331 familias que laboran en la empresa líder en la fabricación y comercialización de especialidades químicas asentada en Pedro Escobedo, Querétaro.
A pesar de que desde hace 10 años dirige la compañía fundada en 2004 en un pequeño local de la plaza Jurica por el empresario Desmond Cowley, que actualmente exporta a países como Estados Unidos y Brasil, Moreno encuentra placer en las pequeñas cosas como ayudar a sus hijas con las tareas escolares o ver películas de Star Wars.
¿Cómo llegó a dirigir una empresa multinacional?
Vi una convocatoria en la bolsa de trabajo del Tecnológico de Monterrey, donde estudié Ingeniería Bioquímica, que decía “Thor, empresa inglesa, busca ingeniero en el servicio de ventas”, fui y me entrevisté con el señor Cowley, les gustó la entrevista y me llamaron.
¿Cree que hay una clave para ser exitoso?
Más bien es la suma de claves; la primera es tener intención de hacer las cosas y la segunda, la responsabilidad.
¿Qué le falta a este país para despuntar económicamente?
La educación es la base de todo. Tuve la fortuna de que mis padres, sin tener una formación profesional, nos dieran a los cuatro hermanos la oportunidad de estudiar en una institución como el Tecnológico de Monterrey. En México tenemos un déficit en los modelos educativos, porque no están respondiendo a las necesidades del país y a las tendencias globales.
¿Le gusta vivir en México?
Me encanta, me ha dado el chance de conocer, estudiar, de ser libre. No me gusta el tema de la corrupción y la inseguridad, porque estamos presos en nuestro propio país, pero como toda realidad hay que enfrentarla.
Desde hace 10 años vive en Querétaro, un estado conservador, ¿se considera afín a esta corriente?
No, soy un hombre que se adapta a los cambios y los veo como una oportunidad. Por ejemplo, con el gobierno actual veo el lado diferente y fluyo con él.
¿Qué hace cuando no trabaja?
Me dedico a mi esposa y a mis dos hijas, y estudio; no leo mucha literatura, sino de formación, por ejemplo La quinta disciplina, de Peter Senge, me encanta; otros favoritos son Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, de Stephen Covey, y Cómo sobrevivir a pesar de ser un ejecutivo.
También me gusta ir al cine con mi hija mayor, sobre todo a ver las rediciones de Star Wars. Otro hobby es el beisbol y el basquetbol.
¿Qué cambiaría en su vida?
Los años. No me considero viejo, pero unos años menos siempre ayudan. Entré a Thor a los 30 y la energía era diferente, aunque con la edad uno se hace más selectivo.
¿Un gusto culposo?
La lucha libre. La gente piensa que es un deporte corriente, pero es un símbolo nacional y crecí viendo luchadores en la Arena México, como El Perro Aguayo. Me gustaban también los Villanos, los Brazos, ahora ya no los sigo.
¿Cuál es el momento más bochornoso de su vida?
En mi primer día de trabajo atropellé al fundador de Thor, al señor Cowley. Esperaba que mi jefe se subiera a la camioneta, era tal mi nerviosismo que creí haber escuchado que se cerraba la puerta. Entonces solté el freno y escuché: “Joder, tío, que has pisado al tío Desmond”.
No me podía ni bajar del vehículo, pero lo hice todo sonrojado. Revisamos al jefe, que en ese entonces tenía 70 y tantos años y todo bien, solo atiné a decir: “Sorry, ¿necesitas un doctor?” Ese fue mi primer día, pensé que sería el último.
¿Qué le apasiona?
Tengo una pasión por el significado de las palabras. Creo que estas se vuelven huecas si el concepto no es claro. Estoy convencido de que todos los problemas parte de los malos entendidos que, a su vez, tienen su origen en el lenguaje.
¿Cuál es su ciudad favorita?
Mazatlán, por su comida y clima.
¿Le gusta bailar?
Sí, pero no soy bueno. Si algo quisiera hacer es tomar clases de baile, un paso doble me encantaría, tango ya sería muy ambicioso...
¿Cree que las personas tenemos un lado A y uno B?
Estamos acostumbrados a ver la vida como paralelismo o espejismo, cuando se trata de algo concéntrico. No hay un Pablo en la casa y otro en el trabajo, porque tienes que ser congruente.