¿Curar el cáncer o detener el cambio climático?

FT Mercados

Una pastilla para curar el cáncer, aunque sea de azúcar, tiene mayores posibilidades de inversión que un plan para detener el cambio climático.

“La sociedad le otorga un valor extraordinario a una intervención médica que extienda o mejore la vida"(Shutterstock).
Robin Harding
Ciudad de México /

Un emprendedor busca inversión para dos startups. El Proyecto A es un nuevo medicamento para el cáncer. Hay un argumento de ventas científico de alta tecnología con algunas gráficas atractivas, pero la verdad es que este medicamento es completamente inútil, ya que es un placebo. 

El Proyecto B es una técnica para capturar dióxido de carbono de un proceso industrial importante. Hay pruebas decentes del concepto y su potencial para que la investigación disminuya el costo. 

Curar el cáncer y detener el cambio climático son dos objetivos valiosos. Un producto funciona, el otro no. ¿Pero en cuál deberíamos invertir? 

La respuesta correcta, de manera bastante inequívoca, es el Proyecto A. Existe una buena posibilidad de ganar dinero con la píldora de azúcar. 

No obstante, el Proyecto B es un fracaso desde el principio. 

Esto tiene implicaciones importantes, desde el financiamiento de la asistencia de salud hasta la política sobre el cambio climático, y el papel de la investigación y el desarrollo en la generación de crecimiento económico. 

A menos que suceda algo deshonesto, la rentabilidad del placebo podría parecer inverosímil. Por tanto, puedes tener la seguridad de que tu dinero es necesario para realizar un ensayo clínico completo y aleatorio, antes de presentar la cura mágica a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EU (FDA, por sus siglas en inglés) para su aprobación. 

Según los cálculos de los doctores Vinay Prasad, Christopher McCabe y Sham Mailankody, esta es una estrategia comercial viable. Si se aprueba el medicamento, es casi un hecho que las aseguradoras de EU lo paguen. El truco es conseguir que la píldora de azúcar pase el ensayo clínico. 

Los autores sugieren que un ensayo clínico de fase III costará alrededor de 22 millones de dólares (mdd), y se necesita un valor de probabilidad por debajo de 0.05 para obtener la aprobación. 

El valor indica una probabilidad de 5% de que el ensayo rechace por error una hipótesis de que el medicamento no funciona. Por tanto, este criterio da una probabilidad de 1 de cada 20 de que la píldora de azúcar pase su prueba aleatoria simplemente por suerte. 

Dado que un medicamento exitoso contra el cáncer puede ganar miles de millones de dólares a lo largo de su vida útil de patente, esta es una apuesta viable. Pagas 22 mdd por una probabilidad de 1 de cada 20 de miles de millones. 

El doctor Prasad y sus colegas no creen que la industria farmacéutica esté probando placebos, se apresuran a comentar. Señalan más de 1,000 ensayos clínicos que involucran los llamados inhibidores de los puntos de control inmunitario. 

Los inhibidores de estos puntos, como Keytruda de Merck, son un verdadero avance, pero ensayos recientes involucran combinaciones con otros medicamentos donde “la lógica biológica es limitada o está ausente”, y no hay evidencia de que el segundo medicamento haga algo.

Es tentador retratar esto como una especie de estafa de búsqueda de rentas por parte de las compañías farmacéuticas, pero probablemente esa no sea la verdadera historia. 

Los recursos para pagar estos medicamentos provienen de las aseguradoras médicas de Estados Unidos y del programa público Medicare, al que no se le permite negociar los precios de los medicamentos. 

Sin embargo, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido también tiene problemas con la demanda de medicamentos contra el cáncer de eficacia marginal y existe un fenómeno similar con las condiciones médicas raras, donde se gastan enormes sumas en medicamentos huérfanos. 

La sociedad le otorga un valor extraordinario a cualquier intervención médica que extienda o mejore la vida, aunque solo sea por una fracción. 

No hay evidencia de la misma demanda intensa por las innovaciones que reduzcan las emisiones de carbono. 

Innumerables Proyectos B abandonados desaparecen o se quedan sin financiamiento, incluso si su tecnología es prometedora. En la actualidad, solo los idealistas y optimistas respaldan los proyectos de “tecnología limpia”. 

¿Cuáles son las lecciones? Existen muchos programas para reducir el costo de los medicamentos contra el cáncer, pero eso reduciría los recursos disponibles para la investigación, y hay señales de que esto es algo que el público quiere pagar. 

El doctor Prasad y sus colegas quieren volver a requerir dos ensayos para la aprobación de medicamentos y vincular más estrechamente el pago al beneficio de los pacientes. Eso desalentaría los Proyectos A y alentaría el gasto en investigación en primera etapa sobre medicamentos que marcan la diferencia. 

Sobre el cambio climático, el fundador de Microsoft, Bill Gates, argumentó que la única solución son “los avances en la forma cómo hacemos las cosas, cultivamos alimentos y movemos personas y automóviles”. 

Pidió más inversión en investigación y desarrollo. Pero es difícil movilizar algo cuando no hay incentivos para una innovación que reduzca el carbono. 

Finalmente, la demanda de pequeños avances médicos tiene implicaciones para la idea de que el crecimiento se está desacelerando y los avances científicos son cada vez más difíciles de encontrar. 

El gasto en investigación tal vez aumentó enormemente, pero gran parte de eso no se dirige a encontrar nuevas ideas con un sentido significativo. 

Vale la pena pensar acerca de cómo se puede cambiar. La innovación que logramos es la innovación que pedimos.


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