Saludos desde Washington, donde un agosto normalmente tranquilo se interrumpió en las últimas semanas por la noticia de la caótica retirada de Estados Unidos de Afganistán.
En el frente comercial, regresamos con una nueva y llamativa gran iniciativa del Equipo Biden para mejorar la amistad con México. Este artículo es acerca de qué significa esto y por qué está ocurriendo.
Hoy se ve el relanzamiento del hasta ahora adormecido Diálogo Económico de Alto Nivel entre Estados Unidos y México, que parece ser parte de los esfuerzos de Washington para reparar su debilitada relación con México después de Trump. (Recordarán que Donald Trump intentó construir un muro, impuso aranceles altos a los productos mexicanos y, en ocasiones, fue bastante grosero con los mexicanos en general).
Suena genial, pero ¿qué es el Diálogo Económico de Alto Nivel, o DEAN, como lo conocen las personas con información? En apariencia, es lo que sucede cuando EU saca al secretario de Estado, al secretario de Comercio, al representante comercial, al secretario de Seguridad Nacional y a la vicepresidenta para discutir las cadenas de suministro integradas, el desarrollo de la fuerza laboral y la educación, y abordar las causas fundamentales de la inmigración con funcionarios mexicanos.
El DEAN, un marco diplomático amplio, existió por primera vez bajo la administración Obama, pero se quedó en el camino en 2016. Ofrece espacio para que los diplomáticos de todos los departamentos mejoren sus relaciones con México. Hasta ahora, bajo la administración Biden, la diplomacia se ha centrado en las diversas acciones de aplicación de comercio adoptadas en el contexto del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), junto con los esfuerzos de Kamala Harris, vicepresidenta de EU, para tratar de controlar la inmigración y cierta cantidad de cooperación para abordar el covid-19. EU le hizo a México un regalo (posiblemente tardío) de vacunas Oxford/AstraZeneca que no se pueden usar en Estados Unidos (porque no están aprobadas por sus reguladores).
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El T-MEC va bien, pero algunos, entre ellos los de Monarch Global, una consultora dirigida por un ex funcionario de alto nivel del Departamento de Comercio bajo Barack Obama, argumentan que se debe hacer más para evaluar las cadenas de suministro críticas y trabajar para apoyarlas, y que también se puede hacer más para determinar qué industrias son críticas para el éxito a largo plazo de América del Norte. “En resumen, necesitamos un pensamiento crítico sobre una política industrial para la región en general”, escribió Monarch en una nota reciente. La política industrial, si significa subsidiar sectores cruciales como los vinculados a la energía verde o las clave para la seguridad nacional, está de moda en Washington en este momento.
Monarch agregó que una política fiscal, de inversión y laboral coordinada ayudará a América del Norte a volver a traer algunas de las cadenas de suministro que ahora están dispersas por Asia, ya que las empresas han buscado mano de obra con salarios más bajos y, en algunos casos (como el procesamiento de minerales de tierras raras), regímenes regulatorios más débiles.
Pero persisten las dificultades entre Estados Unidos y México. En cuanto al comercio, las medidas adoptadas por México para restablecer el control estatal en el sector energético han caído mal con los competidores estadunidenses, y se está gestando una disputa sobre las normas sobre el país de origen de las piezas de automóviles bajo el T-MEC. La inmigración sigue siendo un gran tema de discusión debido a que Trump ya no está en el cargo, los funcionarios estadunidenses ya no suelen referirse a los bad hombres, pero la ansiedad por la inmigración de México —sobre todo en la era del covid— aún es alta entre los demócratas.
A principios de este año, los republicanos intentaron retratar a un gran número de inmigrantes en la frontera suroeste como “una crisis”, y por un momento parecía que el hecho de no poder controlar el volumen de niños retenidos en las instalaciones de EU podía ser el primer tropezón de Joe Biden como presidente. Ese problema no ha desaparecido, solo lo sacaron del ciclo de noticias por las imágenes apocalípticas de niños cayendo de aviones estadunidenses que partían mientras el ejército de EU completaba su incómoda salida de Kabul. En todo caso, es probable que los refugiados afganos vuelvan a centrar la atención de los legisladores críticos de la inmigración, lo que traerá un escrutinio adicional de la frontera suroeste de Estados Unidos.
¿Entonces qué hay que hacer? El tema general parece ser tratar de hacer que las economías de Centroamérica sean más robustas. En específico, tratar de convertirlos en economías en las que los trabajadores reciban un salario digno y tengan acceso a lo que los demócratas ven como “cosas buenas”, como educación, atención de salud y transporte. Esto no es algo que Estados Unidos pueda lograr fácilmente a través de los mecanismos que tiene a su disposición, como el presupuesto de ayuda o la Corporación Financiera para el Desarrollo, que puede otorgar préstamos y subsidios a bajo costo. Se supone que su acuerdo comercial también ayudará, con su mecanismo para tratar de mejorar la calidad del trabajo y los derechos de los trabajadores. De hecho, como señala Edward Alden, del Consejo de Relaciones Exteriores, la representante comercial de EU, Katherine Tai, a menudo suena más a la secretaria del Trabajo que a la principal asesora comercial.
Mientras tanto, el ex embajador de Estados Unidos en México, Earl Anthony Wayne, nos dijo que la cooperación entre agencias significa que Washington puede “ser más serio” en su pensamiento sobre tratar de reducir el número de personas que desean ir a EU para trabajar, o para solicitar asilo.
¿Va a pasar algo rápido? Casi es seguro que no. Como señaló Wayne: “Es difícil hacer desarrollo, desarrollo económico, en cualquier parte del mundo… pero es mejor tener un marco institucional y regular para hablar de ello que no tenerlo”.