El argumento para reubicar la fabricación más cerca de la demanda va en aumento, sobre todo a medida que aumentan los riesgos de pandemias globales, anomalías climáticas y tensiones geopolíticas. Los cierres debido al coronavirus en centros de fabricación clave, como China o Corea del Sur, expusieron lo vulnerables que son las cadenas de suministro mundiales.
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Pero hay otra razón igual de buena para replantear la naturaleza de nuestras cadenas de suministro mundiales: la sustentabilidad.
Durante la mayor parte de este siglo, los bajos costos de mano de obra y energía de China dificultaron la competencia de los centros de reciclaje y procesamiento de papel de Occidente. La subcontratación tenía aún más sentido, dado que los buques de contenedores entrantes que transportaban productos chinos estaban vacíos al salir y, por lo tanto, estaban disponibles para transportar basura a bajo costo en sus viajes de regreso.
Sin embargo, hace dos años, China sorprendió al mundo cuando decidió que ya no estaba preparada para ser un vertedero de la basura del mundo desarrollado.
Elevó el umbral de calidad para materiales aceptables a niveles que eran imposiblemente altos para que cualquier país en Occidente los pudiera alcanzar. Para la industria del reciclaje, la medida equivalía al tipo de conmoción de la cadena de suministro que la mayoría de los otros sectores apenas empezaban a sentir.
Inicialmente, la industria fue muy creativa para encontrar nuevos hogares para los volúmenes que bloqueó China. Pero pronto se supo que muchos de ellos carecían de las instalaciones y capacidades para lidiar con la basura de manera responsable. Para reducir el daño ambiental causado por el procesamiento irresponsable, países como Malasia, Filipinas e Indonesia pronto siguieron el ejemplo de China al elevar los estándares de calidad a niveles restrictivos. Desde entonces se ha ido acumulando un exceso de basura de reciclaje que no tiene un lugar adónde ir.
En los últimos meses, el mercado del papel reciclado comenzó a soportar la mayor parte de la presión. Los precios de la mezcla de papel y cartón se desplomaron a fines del año pasado. Ahora son negativos, lo que significa que hay que pagar a las fábricas de papel para que acepten la basura por la que antes pagaban.
En Australia —que era particularmente dependiente del procesamiento de residuos de China— el problema es tan grave que las autoridades locales dejaron de pedir que se clasifique el papel por completo. Simplemente no tiene sentido.
Mientras tanto, en países que todavía tienen su propia capacidad de procesamiento de papel, como Reino Unido, las fábricas dictan normas cada vez más estrictas. Esto podría tener repercusiones en los consejos locales. Muchos están comprometidos con contratos de varios años para recolecciones combinadas, lo que significa que no pueden mejorar fácilmente la calidad al obligar a los hogares a hacer más tareas de clasificación en casa.
Pero incluso si eso sucediera, parece poco probable que una basura mejor clasificada pueda resolver el problema a largo plazo. Como me dijo un experto en residuos, el antiguo sistema de reciclaje globalizado representaba un círculo armonioso y virtuoso. Después de todo, la economía dirigida por las exportaciones de China estaba inundando Occidente con los productos desechables baratos que estaban contribuyendo a nuestro creciente problema de desechos. Pero como centro mundial de fabricación, China también estaba en mejor posición para hacer uso del material recuperado.
Invertir en clasificación y procesamiento nacional está muy bien. Pero para que funcione, la verdadera solución radica en generar una demanda final de los materiales reprocesados a nivel interno. Eso es difícil cuando la actividad de fabricación y empaque se produce en el extranjero.
En ese frente hay esperanza. Las nuevas políticas de responsabilidad del productor, que se van a introducir en los próximos años en el Reino Unido y la Unión Europea, transmiten la responsabilidad de la contaminación al fabricante. Esto podría estimular esa demanda y el reshoring (regresar al país las actividades que se subcontratan en el extranjero).
CLAVES
EN TEORÍA
Si las empresas del mundo desarrollado se responsabilizan de la contaminación asociada al ciclo de vida de sus productos, eliminarán el pago a proveedores.
CONSECUENCIA
Esto podría terminar finalmente con el círculo nada virtuoso de Occidente que efectivamente subcontrata la contaminación al mundo en desarrollo cada vez que eleva sus propias normas internas.