‘Covid económico’ largo, un riesgo que se avecina

FINANCIAL TIMES

Opinión. La pandemia trajo una profunda recesión, y para hacerle frente serán necesarias políticas que eviten el error de retirar pronto los apoyos, como sucedió tras la crisis financiera global de 2008.

El Monitor Fiscal divide el apoyo necesario en tres fases: confinamiento, reapertura gradual y recuperación. (Murad Sezer/Reuters)
Martin Wolf
Londres /

El covid-19 dejó a muchos pacientes con síntomas debilitantes después de que desapareció la infección inicial. Esto es covid largo. Lo que es cierto para la salud quizá también lo sea para la economía. Es probable que la pandemia no solo le dé al mundo una profunda recesión, sino años de debilidad. Para enfrentar la amenaza de un covid económico prolongado, los responsables de la formulación de políticas deben evitar repetir el error de retirar el apoyo demasiado pronto, como hicieron después de la crisis financiera de 2008.

Este peligro es real, incluso si se mantiene gran incertidumbre sobre cómo se desarrollará la crisis. No menos importante, no sabemos qué tan pronto o si se va a controlar por completo el covid.

Sin embargo, sabemos muchas cosas sobre el impacto económico de la pandemia. Sabemos que provocó una enorme recesión, que los costos económicos han sido mayores para los jóvenes, los no calificados, las minorías y las madres trabajadoras, y que perturbó la educación. También sabemos que “90 millones de personas pueden caer por debajo del umbral de ingresos de 1.90 dólares diarios de carencia extrema”, como señaló el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Sabemos que muchas empresas resultaron perjudicadas, ya que la demanda se desplomó o quedaron bloqueadas. La segunda oleada va a empeorar esto. Como se muestra en el Informe de Estabilidad Financiera del FMI, la fragilidad va en aumento en sectores de las economías que ya están muy endeudados, así como en países emergentes y en desarrollo.

Pero también sabemos que las cosas pueden haber sido mucho peores. La economía se benefició del apoyo extraordinario de bancos centrales y gobiernos. De acuerdo con el Monitor Fiscal del FMI, el apoyo llegó a un total de “11.7 billones de dólares o cerca de 12 por ciento del productos interno bruto mundial, hasta el 11 de septiembre de 2020”. Esta cifra es mucho mayor que el apoyo que se ofreció después de la crisis financiera global.

Sin embargo, sabemos que lo que ya pasó dejará profundas cicatrices, y cuanto más dure la pandemia, mayores serán. El FMI prevé un gran déficit en la actividad económica respecto al potencial en 2022-2023. No sorprende que el FMI también estime ahora un crecimiento del PIB real per cápita mucho menor entre 2019 y 2025 de lo que pronosticó en enero.

En una crisis de esta magnitud, solo hay una entidad capaz de actuar como asegurador y respaldo de la demanda. Desafortunadamente, la capacidad de acción de los gobiernos varía mucho, pero los que cuentan monedas aceptadas a escala mundial tienen margen de maniobra.

La política fiscal debe desempeñar un papel central, ya que es la única que puede dar el apoyo específico necesario. Los banqueros centrales ya fueron claros al respecto. El Monitor Fiscal divide de manera útil el apoyo en tres fases: confinamiento, reapertura gradual y recuperación tras el covid.

En confinamiento, la responsabilidad debe recaer en transferencias de efectivo, beneficios por desempleo, apoyo a jornada laboral reducida, aplazamiento temporal de los pagos de impuestos y contribuciones a la seguridad social y apoyo de liquidez para las empresas.

En la reapertura el apoyo debe ser más dirigido, con incentivos que se centren en lograr que la gente regrese a trabajar. Deben elaborarse planes para una mayor inversión pública. Mientras tanto, el apoyo a las empresas debe enfocarse en aquellas que tienen perspectivas razonables, pero con controles sobre los dividendos y la remuneración de los ejecutivos.

Durante el periodo posterior a covid, los sistemas de protección social que la pandemia llegó a demostrar que son defectuosos van a necesitar reformas. La atención debe cambiar hacia políticas activas del mercado laboral y grandes impulsos de la inversión pública. Esto, argumenta el Monitor Fiscal, será un gran estímulo para la inversión privada. También necesitarán mecanismos para la reestructuración acelerada de la deuda.

Hacer bien todo esto, sobre todo porque el momento de las transiciones entre las diversas fases de la enfermedad es incierto y tal vez no sea en una dirección, será difícil. Los responsables de la formulación de políticas deben ser flexibles, pero no frugales.

Todo este gasto va a elevar los déficit públicos y la deuda. Se pronostica que el déficit fiscal del gobierno general mundial llegue a ser de 12.7 por ciento del PIB este año; en las economías de ingresos altos alcanzará 14.4 por ciento. Se prevé que la relación global entre la deuda del gobierno general y el PIB va a pasar de 83 a ciento por ciento del PIB entre 2019 y 2022, y la de los países de altos ingresos pasará de 105 a 126 por ciento.

No importa. Para los países de ingresos altos, las tasas de interés reales sobre los préstamos a largo plazo son cero o menores. Los bancos centrales también están comprometidos de manera creíble a mantener políticas monetarias muy flexibles. Los gobiernos pueden permitirse gastar. Lo que no pueden permitirse es no hacerlo, dejando que las economías desfallezcan, que la gente se sienta abandonada, que las cicatrices empeoren y con economías atrapadas en un crecimiento más bajo.

Los gobiernos tienen que gastar, pero, con el tiempo deben cambiar su enfoque del rescate al crecimiento sostenible. Si, en última instancia, los impuestos tienen que subir, deben caer sobre los ganadores. Esta es una necesidad política. También está bien.

Todavía estamos en el principio. No podemos saber cómo terminará esto, sobre todo porque no sabemos qué hará la gente en el poder, pero sí sabemos que la historia juzgará con dureza a los responsables de las políticas si aquellos que tienen espacio para hacerlo, no están a la altura de las circunstancias.

Debe evitarse un covid económico largo. Esto no significa abandonar los esfuerzos para controlar la enfermedad, sino más bien lo contrario. También requerirá una política económica activa, imaginativa y audaz para los próximos años. No se preocupen por lo que costará hacer esto. Preocúpense mucho más por lo que costará no hacerlo.


LAS MÁS VISTAS