El lavado de dinero en el mundo del arte

FT Mercados

La legislación de la UE contra el lavado de dinero en la compra y venta de obras tendrá un efecto considerable en los precios.

“Al menos 50% de todas las transacciones de arte son totalmente privadas" (EFE).
Jan Dalley
Ciudad de México /

Un pánico absoluto”. Un galerista de alto nivel describe la primera reacción de los miembros de la Society of London Art Dealers a las nuevas regulaciones para combatir el lavado de dinero en el mercado del arte. No me sorprende: incluso después de 15 años de cubrir la fuente, a menudo me sorprenden sus códigos y costumbres, basados en relaciones, acuerdos privados y confianza. Pero esta manera de hacer las cosas está siendo desafiada por el mundo moderno.

Desde hace tiempo existe una preocupación por la facilidad con la que se pueden lavar fondos sospechosos mediante la compra y venta de arte. Ahora, por fin, vemos un intento concertado de abordar la cuestión, que ha provocado resentimiento y recelo. Este sector, casi sin regulaciones, no se toma con calma ni amablemente los intentos de legislarlo. Lo que no sabemos es si la iniciativa de la Unión Europea (UE) resultará ser un problema que, en opinión de algunos, no tiene solución.

El comercio del arte parece, de una forma que raya en lo ridículo, hecho a la medida para el lavado de dinero, debido al valor de algunas piezas y, sobre todo, al culto al secreto que domina en el sector. Al menos 50% de todas las transacciones son totalmente privadas y los acuerdos con un apretón de manos todavía son comunes; incluso en las casas de subastas, que parecen ser tan públicas, el precio puede revelarse, pero la identidad del comprador y del vendedor a menudo se guardan hasta la tumba.

Tal vez lo más significativo de todo es que no hay registro de la propiedad de las obras de arte. Incluso no sabemos con certeza en dónde se encuentran algunas de las pinturas más famosas, o simplemente quienes son sus propietarios. Un ejemplo es Los Girasoles de Van Gogh, de la cual se vendió una versión en 1987 por el monto de 39.9 millones de dólares (mdd) a un comprador japonés. ¿Alguien tiene idea de dónde está?

Lo que no está en duda es la magnitud del problema. Es casi imposible encontrar cifras confiables sobre actividades sospechosas de lavado de dinero, y pocos casos llegan a los tribunales. Pero Daniel Bruce, director ejecutivo de Transparencia Internacional, describió el año pasado al Reino Unido como un refugio seguro para los lavadores de dinero. Los paraísos fiscales británicos offshore permiten una mayor secrecía y opacidad.

Transparencia Internacional estima que las transacciones turbias en el mundo del arte del Reino Unido ascienden a muchos miles de millones. Si aumentamos a los países involucrados, nos damos una idea del tamaño del problema.

Hace dos años, la Unión Europea formuló las regulaciones que conmocionaron al mundo del arte. Los reguladores buscan que, a partir de ahora, en cualquier transacción con valor de más de 10,000 euros el vendedor registre la identidad del comprador, la dirección y otra información personal, como detalles del pasaporte y el lote. Pero en el mundo secreto del arte esto cayó como una bomba.

La gran pregunta es: ¿cuál será el efecto de las nuevas regulaciones? El mercado del arte ha sido casi indecentemente boyante en el extremo superior. En los últimos años, las salas de subastas vieron la venta de un Picasso por 179.4 mdd, un “Rabbit” de Jeff Koons por 91.1 mdd y una pintura de Banksy que se vendió al quíntuple de su valor estimado. Pero, ¿cuántos de los participantes alimentaron estas llamas con dinero sucio? ¿Y cuántos de ellos se desvanecerán cuando aumenten las regulaciones?


Hasta ahora, al parecer a la mayoría les preocupa echar a perder las relaciones con sus clientes actuales o desalentar a los nuevos. Alistair Hicks, un marchante y curador experimentado, dice que “las galerías más pequeñas serán las más afectadas. Para las galerías más grandes esto no es nada nuevo”. 

Además, como lo expresó un galerista en la Feria de Arte de Londres el mes pasado, “las grandes galerías siempre tienen formas de sortear este tipo de cosas si así lo desean. Es una de las razones por las que han establecido sucursales en tantos lugares”.

La creación de “puertos libres” —unidades de almacenamiento como paraísos fiscales, donde el arte se puede mantener indefinidamente, comprarse y venderse sin salir de la instalación segura— hace que las capas de confidencialidad sean aún más impenetrables.

Los acuerdos pueden ser casi imposibles de rastrear, mientras que los fondos derivados de actividades ilegales pueden pasar a través de una cadena de transacciones opacas que involucran el arte para lavar el dinero de ese tipo de operaciones. Esa dimensión internacional es lo que hace que legislar el mercado artístico sea una tarea tan complicada.

Otras formas de lavado de dinero incluyen el uso de obras de arte compradas con dinero dudoso, como garantía contra préstamos limpios, de cualquiera de las compañías financieras acreditadas para ofrecer este tipo de préstamos.

Las tácticas inteligentes de evasión probablemente solo durarán por cierto tiempo, y más jugadores con visión de futuro han visto inmediatamente oportunidades de negocios.

Pero, ¿cómo se sienten los clientes acerca de la idea de un caché de información de ese tipo? Al parecer, no del todo contentos. Tantos datos almacenados envían señales de advertencia incluso a los compradores de arte que respetan la ley.

Los portavoces de las casas de subastas dicen que no anticipan ningún cambio significativo y Hicks opina que el impacto será mínimo. Pero otros proyectan un resultado lógico diferente. Melanie Gerlis de FT sugiere que “es muy probable que afecte los precios de manera bastante considerable, ¡por eso hay tanta resistencia!”.


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